Sonrisas y lágrimas en Viena

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

FLORIAN WIESER | EFE

Riccardo Muti, que dirigirá su quinto Concierto de Año Nuevo, cree que la música de los Strauss evoca la esperanza del futuro y la nostalgia del pasado

31 dic 2017 . Actualizado a las 08:39 h.

Con sus valses, niños cantores y bellos paisajes, la película The Sound of Music creó una de las imágenes más idílicas y extendidas de la música austríaca. Quizá el director italiano Riccardo Mutti (Nápoles, 1941) no conozca el título con el que se estrenó el filme en España -Sonrisas y lágrimas- pero es precisa y literalmente estas dos palabras las que ha invocado para explicar el espíritu del Concierto de Año Nuevo de Viena.

Para el director, que dirigirá por quinta vez esta tradicional cita musical, hay algo en la música de los Strauss que la hace especialmente apropiada para el cambio de año. «No debemos olvidar que esta música posee una nostalgia, una melancolía, que proviene de un período determinado, el del fin de un imperio», declaró en una reciente entrevista en Chicago, de cuya Orquesta Sinfónica es director titular. «Se trata de una combinación de vida y muerte, de sonrisas y lágrimas al unísono. Y es precisamente la parte más difícil de esta clase de vals. No desbordan alegría. Quizá sea esta una de las razones por las que el primero de enero esta música entra en hogares de cada país del mundo y encaja perfectamente con el espíritu de la celebración del año nuevo, ya que hay una esperanza de futuro pero también una nostalgia por el pasado que se va».

Mutti, a quien muchos consideran el mejor director vivo, hace gala con su análisis de perspicacia histórica e intuición de maestro para que un repertorio que se ha escuchado miles de veces reaparezca este día 1 como algo nuevo, excepcional e irrepetible. Una habilidad musical que complementa con el rigor y el trabajo que exige una dirección a este nivel. Desde hace meses dedica las pocas horas libres que le deja la orquesta de Chicago a estudiar el programa. Ayer celebró un primer concierto a modo de ensayo general, que se repetirá esta tarde y que concluirá sobre las diez. Dos horas hasta la despedida del 2017: «No puedes beber demasiado, quizá una única copa de champán, de buena calidad, y a cama antes de la una, porque el día 1 hay que estar listo a las ocho, en forma y energía», describe el director en la misma entrevista. Eso sí, tanto compromiso no le resta humor: «Puedo dirigir un vals, pero no bailarlo. Una vez, hace años, mi mujer lo intentó, pero no paraba de pisarla, así que me dijo que ya era suficiente». Muti lo atribuye en parte a un cierto carácter dubitativo del vals vienés: «El vals es un-dos-tres, pero los vieneses bromean con que su vals es un-dos-quizá tres». 

Desde 1971

La relación de Muti con la Filarmónica de Viena se remonta a 1971, cuando la dirigió en Salzburgo a petición de Herbert von Karajan. Cuando recibió la primera invitación para el Concierto de Año Nuevo, su primera reacción fue negarse: no se consideraba lo suficientemente «austríaco». La orquesta contraatacó recordándole que ya había grabado las sinfonías de Schubert con ellos, y que aquella era una vía directa a los Strauss. Así que cogió la batuta en 1993 y 1997, para repetir en el 2000: este, el del milenio, iba a ser el último, pero aceptó de nuevo en el 2004 y ahora, en el 2018. Muti asegura que será el último. Pero eso ya lo ha dicho antes...

Una retransmisión de alcance global

El Concierto de Año Nuevo de Viena es una de las citas señaladas en el calendario musical, pero su alcance también lo ha convertido en uno de los acontecimientos globales por excelencia. No es para menos: se retransmite para unos 90 países de todo el mundo, con una audiencia media de 50 millones de espectadores y un potencial de 1.000 millones.

En España se podrá seguir a través de La 1 de Televisión Española (11.15 horas), además de Radio Clásica y el canal internacional. En esta ocasión, Martín Llade, presentador del programa Sinfonía de la mañana en la emisora clásica, tomará el relevo como comentarista de José Luis Pérez de Arteaga, fallecido el pasado mes de febrero.

Además de la conexión con la Sala Dorada del Musikverein vienés, donde se desarrolla el concierto, la retransmisión incluye otros contenidos que complementan el disfrute musical de la Filarmónica de Viena y Riccardo Muti. Como también es tradicional, se podrán ver escenas de ballet, que este año se han grabado en dos lugares destacados de la ciudad, el palacio Eckartsau -donde diez solistas del Viena State Ballet bailaron el vals Rosas del sur, de Johann Strauss- y el Heitzinger Hofpavillion, antigua estación de tren del emperador Francisco José, donde se interpretó un paso a dos para la Gavota de Estefanía, de Alphons Czibulka. Ambas localizaciones se han elegido para recordar el centenario de la muerte del arquitecto Otto Wagner, además del final de la Primera Guerra Mundial. La coreografía es obra del italiano Davide Bombana, mientras que el vestuario es del diseñador catalán Jordi Roig.