El Instituto Cervantes homenajea a Carlos Casares, el «gallego soñador»

pacho rodriguez MADRID

CULTURA

BENITO ORDOÑEZ

La contribución del columnista de La Voz como defensor de la cultura gallega fue una de las facetas destacadas en el acto

20 dic 2017 . Actualizado a las 13:19 h.

A Carlos Casares le gustaba escrutar Xinzo de Limia y saborear Manhattan. Como columnista de La Voz exponía sus ideas de forma espontánea en unos escritos cuyo poso aún perdura. El Instituto Cervantes de Madrid acogió ayer la celebración de toda la trayectoria de este escritor fallecido en el 2002 y al que también le fue dedicado este año el Día das Letras Galegas. Porque Casares era «el gallego soñador», como lo califica el tema compuesto por Xosé Carlos Caneiro y que ayer cantaron Emilio Rúa y Rosa Cedrón.

Los elogios se sucedieron durante el acto. Ana Pastor, presidenta del Congreso, destacó «el merecidísimo homenaje de hoy (por ayer), así como el reconocimiento en las Letras Galegas de este año». Además, recordó la importancia que le daba Carlos Casares tanto a «la Galicia real como a la imaginaria. Cómo necesitaba traducir esa realidad gallega en una forma literaria». No olvidó referirse a su capacidad para construir todo un universo de ficción que nacía de Galicia, pero que él pintaba como universal.

Antes, Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes, quien abrió el turno de intervenciones afirmó que «para Carlos Casares, Galicia es un país de palabras». Destacó como a partir de ellas abordó todos los frentes de la escritura, «tanto como columnista de La Voz de Galicia como en sus novelas, libros o escritos». También remarcó sus facetas de creador y gestor , cualidades que practicó hasta el último día de su vida.

Darío Villanueva, director de la Real Academia Española (RAE), describió a Casares desde la perspectiva de la pérdida: «Cuando un lector pierde a uno de sus escritores favoritos, siente el vacío de la obra que ya no va a leer», pero «lo más terrible es la pérdida de un amigo».

Pero fuera de lo que implica su obra, el escritor ourensano fue descrito ayer como una persona entrañable, dotada para cultivar la amistad, así como un actor fundamental en la vertebración de Galicia. De esta manera, si su figura literaria se mantiene en plena forma, puede decirse que los 15 años que han pasado desde su muerte son como un suspiro largo en el que el olvido no ha hecho acto de presencia.

Entre el público estaban sus hijos, Christian Casares, y Hakan Olof Casares, administrador de la Fundación Carlos Casares, que fue quien intervino en representación de la familia. Antes de nada anticipó que intervenía en calidad de hijo. Y fue él quien puso el acento sobre esa dualidad del escritor de O sol do verán, su obra póstuma. A su padre, dijo , le despertaba la misma pasión no perder sus raíces que caminar por las calles de Londres. De ese modo recordó los viajes que él y su hermano realizaron con su padre y cómo los marcaron esas experiencias iniciáticas.

La otra gran faceta destacada ayer en Madrid fue la de su labor en la editorial Galaxia. Ese trabajo enfocado a su implicación en la vida sociopolítica fue remarcada ayer como una de las partes fundamentales, y necesarias para la construcción de un país. Si su hijo aseguró que «para mi padre era importante Galicia pero también el diálogo intercultural», Ramón Villares, presidente do Consello da Cultura Galega, añadió que «tuvo una contribución fundamental para la legitimación de la autonomía gallega».

No faltaron tampoco el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, y Henrique Monteagudo, secretario de la Real Academia Galega.