Ver pintar la hierba

eduardo galán blanco

CULTURA

«En la playa, sola de noche» es como una terapia filmada por el cineasta coreano Hong Sang-soo

17 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Vi una de sus películas una vez, es como sentarse a ver crecer la hierba», decía Gene Hackman en La noche se mueve a propósito de Eric Rohmer. Aunque el encanto de las fábulas morales y amorosas que pintaba el francés queda muy lejos, algo así pensarán muchos espectadores despistados de En la playa, sola de noche, que es como una terapia filmada por el cineasta coreano Hong Sang-soo, en la que Kim Min-hee, su actriz habitual -y amante, según cuentan en las revistas-, protagoniza una abrupta crónica de imposible reconciliación con el mundo. La mujer regresa a Corea -la primera parte del filme transcurre en Hamburgo, adonde ha ido a rumiar su desamor- y vuelve a verse con sus amigos, pero solo consigue tener unas broncas monumentales, con la inapreciable ayuda del aguardiente coreano. Las dos borracheras alrededor de una mesa que acaban en reproches amargos a la hipocresía y la incapacidad comunicativa de sus colegas son reales como la vida misma. Sin embargo, hay mucha gente que va al cine a encontrarse con otra cosa.

A muchos espectadores se les harán interminables los planos secuencia, fijos, que solo se ayudan del zum -elemento expresivo en desuso hoy- para acercarse, pudorosamente, a un plano medio. A alguien le leímos una vez que los primeros planos de un rostro humano en el cine son pura pornografía. Si es así, nos consideramos pornógrafos vocacionales, pero no podemos dejar de admirar la valentía de una película intimista sobre la desafección que no recurre ni a un solo primer plano. Y a pesar de ello, nos producen una extraña fascinación las largas tomas que recogen a la maravillosa actriz -inolvidable y delicada lady de La doncella- fumando al sol y cantando una canción melancólica. En Berlín le dieron el Oso de Plata por eso.

Es cierto que, entre tanto diálogo banal alrededor de salchichas o cafés y con los mosqueantes planos mantenidos sobre un hombre que escoge lentejas, uno llega a perderse. Pero también es casi seguro que, ante la poderosa exhibición de intimidad regalada por la protagonista, puedes acabar conquistado: «A veces la soledad estremece, pero también aporta mucho placer», nos dice la solitaria.