Galicia sigue vistiendo la chaqueta de lana

antón parada RIBEIRA / LA VOZ

CULTURA

MARCOS CREO

La histórica banda rememora el salto de calidad y madurez que simbolizó la publicación del álbum

12 oct 2019 . Actualizado a las 21:23 h.

Nos situamos en la parroquia ribeirense de Aguiño, en el interior de una de las míticas chabolas de pescadores que en la década de los ochenta se convirtió en base y sede del rock y punk de la zona. Dentro del destartalado local de ensayo, donde se hallan singulares objetos como un pie de micro hecho con una caña o una sulfatadora al lado de altavoces, los envejecidos carteles de insignes grupos del panorama español e internacional parecen indicar que el tiempo se ha detenido desde entonces. Hasta que reparamos en la presencia de cinco hombres que se ríen de la tiranía del reloj. Los inmortales Heredeiros da Crus.

«Eramos novos e non acusabamos moita presión, aínda que a había. O primeiro disco [A cuadrilla de Pepa a Loba] funcionara moi ben, era o momento de dicir: ‘¿Heredeiros están aquí para quedar ou foi flor dun día?», explica el bajista, Fran Velo, del reto y el plus de seriedad que suponía la publicación de ¡Está que te cajas!, el primer álbum grabado en Madrid en un vertiginoso lapso de cinco días, «cinco días e dous Gadis», puntualiza el guitarrista Antonio Novo, Tuchiño, para sentenciar: «Demostramos que non eramos un grupo dun disco, como moitos pensaban».

El cedé, que mantiene la frescura con la que el grupo ya se había hecho un hueco tomando la pequeña pantalla con el clásico videoclip de Churras, churras en el Xabarín Club, supuso el gran salto a la calidad sonora y la madurez con la participación de artistas en primera línea del panorama nacional. «De como xurdira o primeiro disco, abrindo a axenda polo A, a de repente entrar nun estudio madrileño e atopármonos con Extremoduro e Rosendo... Foi unha pasada e influíu na forma de tocar, manexarnos no estudio e motivarnos para crear un discazo», indica la irrepetible voz de Javi Maneiro.

«Visto dende fóra, é unha pasada ver a diferenza entre o primeiro traballo e este, a esencia é a mesma, pero hai unha grande evolución na forma de tocar. É o mesmo progreso que se viu ata agora», relata el batería rianxeiro, Manu Rey, que se incorporó más tarde al conjunto. Y no se equivoca, porque ese fue el punto de inflexión y la explosión en una gira inolvidable «ao estranxeiro» que los llevó a conquistar míticas salas de la capital, Barcelona y Sevilla, como la madrileña El Sol o la viguesa Nova Olimpia, donde al término del directo salieron pitando para el festival Espárrago Rock, eso sí, a bordo de la furgoneta de los Siniestro Total.

¡Está que te cajas!, que toma su nombre de las múltiples veces que se escuchó esa frase tras la pecera durante la grabación, es a la vez una caja de música y de recuerdos, con anécdotas como las que Tonhito de Poi pone sobre la mesa. «Destrocei uns calzóns cun Toblerone para a portada do álbum e despois tiven que andar con eles postos os outros catro días», afirmó en una clara referencia a Frenaso no calsonsillo, para recordar la participación del Maestro Reverendo, del que aprendió la importancia del caché, «tiña a neveira chea de whisky».

Aunque Heredeiros da Crus ha dibujado una trayectoria y progresión constantes y ascendentes, aún puede saborearse el rastro de este trabajo en la playlist actual, con temas imprescindibles que permiten entender por qué Galicia nunca dejará de vestirse con aquella vieja chaqueta de lana.