El infierno de Auschwitz, recordar para no olvidar nunca

CULTURA

BENITO ORDOÑEZ

Madrid acoge una gran exposición sobre el campo de exterminio

06 dic 2017 . Actualizado a las 09:58 h.

«Ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir: esto es la esencia de lo que tenemos que decir. Puede ocurrir, y puede ocurrir en cualquier lugar». Esta advertencia del escritor italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz, señala la importancia de la exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, que se puede ver en Madrid hasta el 17 de junio. «Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo» es la célebre frase de George de Santayana con la que recibe al visitante. La capital española es el punto de partida de la primera exposición itinerante sobre aquel infierno en el que fueron asesinados 1,1 millones de personas, que va a recorrer catorce ciudades de Europa y Estados Unidos durante siete años. La desolación y el horror presiden una muestra que trata de explicar cómo unos seres humanos fueron capaces de poner en marcha el mayor centro de asesinatos de la historia. 

Los rastros de la barbarie

Un vagón en el que eran transportados los judíos apiñados como si fueran ganado, 80 personas en apenas 20 metros cuadrados, sin agua ni alimentos; un barracón de madera donde se hacinaban decenas de individuos despersonalizados en condiciones infrahumanas; una mesa de operaciones de las que utilizaba el equipo del sádico doctor Josef Mengele para sus crueles experimentos; un solitario zapato con un calcetín dentro de un niño al que le habían dicho que lo dejara allí antes de desnudarse para ducharse, cuando en realidad le esperaba la cámara de gas; maletas abandonadas de los deportados, a los que se despojaba de todos sus enseres; un fragmento de la alambrada electrificada que rodeaba el campo; un látigo que utilizaban los kapos; una lata de Zyklon B, el pesticida letal con el que gaseaban a los judíos; un traje a rayas de los presos. Así hasta más de 600 objetos, que en su inmensa mayoría no habían salido nunca del Museo Estatal de Auschwitz Birkenau, y que producen escalofríos por lo que representan.

Zapato de mujer abandonado.
Zapato de mujer abandonado. BENITO ORDOÑEZ

De las 1,3 millones de personas deportadas al siniestro campo de exterminio nazi solo 400.000 fueron internadas, de las cuales la mitad murieron a causa del hambre, el trabajo extenuante, las ejecuciones, las torturas o las enfermedades. Unas 900.000 fueron asesinadas poco después de su llegada. El balance de víctimas mortales es de un millón de judíos, pero también murieron polacos, gitanos, prisioneros de guerra, testigos de Jehová y homosexuales, considerados por los nazis como «elementos indeseables». 

Viaje interior sobrecogedor

Adentrarse en esta exposición, muy dura pero imprescindible, supone, incluso para los que hemos visitado Auschwitz, un viaje interior sobrecogedor que provoca un profundo choque emocional y lleva a reflexionar sobre cómo fue posible que existiera un lugar en el que las personas eran despojadas de cualquier rasgo de humanidad y donde la única regla era el terror. En el corazón de Europa y apenas hace 75 años se construyó una moderna fábrica cuyo objetivo era matar seres humanos con métodos industriales.

Cuando quedan cada vez menos supervivientes que puedan dar testimonio directo del Holocausto, exposiciones como esta que dan voz y recuperan la identidad de las víctimas son fundamentales en un tiempo en el que, como señala Piotr M. A. Cywinski, director del Museo Auschwitz Birkenau, «resurgen el racismo, la xenofobia y el antisemitismo». «Después de la Segunda Guerra Mundial quisimos construir un mundo diferente, un mundo donde pudiéramos vivir todos, y si las cosas hoy no van tan bien como habíamos previsto, tal vez tengamos que dar un paso atrás», añade. «Auschwitz no es cosa del pasado, porque la xenofobia, el odio o el nacionalismo aún existen», afirma el comisario jefe de la muestra, Robert van Pelt.

«Si comprender es imposible, recordar es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder», advirtió Levi, autor de Si esto es un hombre, el estremecedor relato de los diez meses que estuvo preso en Auschwitz. Recordar siempre para no olvidar nunca.

Fragmento de las alambradas electrificadas que rodeaban el campo.
Fragmento de las alambradas electrificadas que rodeaban el campo. BENITO ORDOÑEZ

Más de 600 piezas originales en un recorrido gradual y cronológico

La exposición Auschwitz. No hace mucho. No muy lejos, creada por la empresa donostiarra Musealia en colaboración con el Museo Estatal de Auschwitz Birkenau, permanecerá abierta en el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid hasta el 17 de junio del 2018. Abarca 2.500 metros cuadrados en los que se exponen más de 600 piezas originales, que se pueden ver juntas en primicia mundial, material fotográfico y audiovisual inédito y numerosos textos explicativos que ponen en contexto y tratan de explicar lo inexplicable, la espiral de odio que llevó a la creación del campo de la muerte. La muestra propone un recorrido gradual y cronológico por 25 salas y aborda Auschwitz como lugar y espacio y como símbolo y como metáfora de la barbarie humana. Para optimizar la visita se dispone de una audioguía audiovisual gratuita, que durante 90 minutos sumerge en una experiencia vital trascendente. Reputados expertos internacionales en el Holocausto y su pedagogía son garantía del rigor de la muestra, con el historiador Robert van Pelt como comisario jefe.