Henry James, el autor que llevó el cuento del siglo XIX al XX

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

john singer sargent

Páginas de Espuma inicia la publicación en tres tomos de toda la obra breve del escritor, incluidos varios textos inéditos

16 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Henry James podría figurar en la categoría de «escritor de escritores». Además de gozar de enorme popularidad lectora, sigue fascinando a colegas del gremio, como por ejemplo David Lodge y Colm Tóibín, que lo convirtieron en protagonista de sendas novelas. Parte de esta ascendencia puede atribuirse a la calidad de una obra que pese a datar en su mayoría del siglo XIX anticipó no pocas veces el XX. «James y Conrad son los dos escritores bisagra entre ambos siglos», confirma el argentino Eduardo Berti, editor y traductor de la mayoría de los relatos que han sido incluido en el primer volumen de sus Cuentos completos (Página de Espuma).

El tomo, que llega ahora a las librerías y al que se añadirán otros dos en el 2018 y el 2019, permite una visión cronológica y panorámica de la obra breve del escritor. Según Berti, esta lectura facilita apreciar «cómo van apareciendo, en qué orden y de qué manera, los temas que marcaron la literatura de James». Por ejemplo, «la relación entre norteamericanos y europeos, verdadero eje central de toda su obra». En efecto, el primerísimo de todos los relatos, La historia de un año -que habitualmente no se reconocía de James ya que se publicó anónimamente-, está ambientado en Francia. Nacido en Nueva York en 1843, el escritor vivió a lo largo de su vida un movimiento pendular entre los Estados Unidos e Inglaterra, lo que marcó su producción. Pero, como recuerda Berti, también estaba fascinado por Italia, Francia y, en menor medida, Alemania.

Doble mirada atlántica

La doble mirada, por tanto, es característica de James: «Ahí están los americanos que idealizan Europea, hasta llegar a la decepción o al desengaño, incluso el engaño en manos de personas con pocos escrúpulos», describe Berti. Desde la otra orilla, «las mujeres europeas miran con cierta envidia la libertad, la naturalidad o la espontaneidad de las norteamericanas», añade.

Pese a que este primer libro recoge en sus casi mil páginas cuentos de su primera etapa, publicados entre 1864 y 1878, ya se evidencian las preocupaciones técnicas y formales de James con respecto al cuento. Frente a los modelos practicados por predecesores como Poe o coetáneos como O. Henry, que planteaban el relato como un enigma a solucionar y dotado de un final sorprendente, James difuminó las barreras entre la pieza breve y la media distancia: en sus manos, una historia que habría dado para seis o siete páginas en manos de otro autor, él duplicaba o triplicaba la extensión. Lo conseguía a través de su exploración de cuestiones como «el punto de vista, la perspectiva o el narrador», enumera Berti. Es decir, introducía reflexiones, ambigüedades, incertidumbres deliberadas, más propia de la novela en su tiempo que del cuento, examinando las motivaciones y contradicciones de los personajes.

En el primer volumen también se incluyen muestras del género que James cultivó con pericia, la narración de fantasmas, en el que nuevamente consiguió anticiparse: «Es interesante ver cómo se desmarca de lo gótico tradicional y plantea que el misterio y el miedo no vienen de alguna criatura fantástica, sino que provienen del propio corazón humano».