César Antonio Molina regresa a la poesía con «Calmas de enero»

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

Tusquets sacará a la luz en los próximos días el nuevo libro del escritor gallego y exministro de cultura, una obra sobre «el regreso a casa» tras «una vida entera»

08 nov 2017 . Actualizado a las 19:23 h.

El escritor y exministro de Cultura César Antonio Molina (A Coruña, 1952) regresa a la poesía. Y lo hace con la publicación de Calmas de enero, libro que la editorial Tusquets sacará a la luz en los próximos días. «Es un libro -dice Molina- sobre el regreso a casa tras toda una vida, tras una vida entera. Un regreso en el que vuelves a encontrarte, día tras día, y a lo largo del camino, con las trampas de siempre». Tras su paso por el Ministerio de Cultura y por la dirección de Casa del Lector -antes había estado al frente del Círculo de Bellas Artes y del Instituto Cervantes-, Molina ha vuelto a ejercer el Derecho, actividad que compagina con la docencia universitaria y, por supuesto, también con la creación literaria. Una creación literaria que, todo sea dicho de paso, no abandonó jamás. Ni siquiera en su etapa como ministro de Cultura, cuando cada día se levantaba a las cinco de la mañana para poder seguir escribiendo. Desencantado -es su mirada la que lo desvela, él sobre ese aspecto guarda silencio- con algunos de los que ostentaron las más altas responsabilidades del país, no echa de menos la vida pública. Pero no oculta que este nuevo poemario, su obra más reciente, fue escrito en «momentos muy difíciles». Y aunque prefiere no entrar en detalles, sí deja entrever que la forma en la que terminó su paso por el mundo de la política, en el que siempre luchó por mantener su independencia, vino a recordarle que en España sigue sin ser fácil actuar con libertad y vivir de acuerdo con lo que a uno le dicta su conciencia. Calmas de enero es una expresión que Molina escuchó por vez primera en Mallorca, mientras recorría los paisajes en los que su admirado Jovellanos vivió su destierro. Profundamente europeo, César Antonio ha vuelto a los versos con el convencimiento de que, frente a lo superfluo de cada día, frente a las palabras vacías que ya nacen muertes, la alta cultura, y la literatura muy especialmente, está hecha de una materia muy distinta: de la materia de lo que, sea eterno o no, cuando menos desea serlo.