Cartarescu, el escritor melancólico que vino de la ciudad más triste del mundo

Víctor Núñez Jaime MADRID / COLPISA

CULTURA

MIGUEL ANGEL MOLINA | Efe

El autor rumano, candidato al Nobel, presentó en España su nueva novela, «Solenoide»

30 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Dicen de él que es «el autor rumano más conocido y reconocido del mundo». Incluso lo califican como «uno de los más importantes teóricos del posmodernismo rumano». Es poeta, narrador, profesor y crítico literario. Su nombre es Mircea Cartarescu (Bucarest, 1956) y su obra se caracteriza por la nostalgia y la melancolía. Impedimenta, su editorial en español, acaba de publicar Solenoide y la lanza como «su obra más madura hasta la fecha, que incide en sus temas clave: Bucarest, la infancia, los sueños, las ruinas, los laberintos y el compromiso con la escritura».

De gira por España, acaba de presentarla en el museo leonés MUSAC, el granadino Centro Federico García Lorca y en la librería madrileña Rafael Alberti -canceló la cita del barcelonés Palau de la Música por la crispación que tensaba las calles; «cuando las armas hablan las musas callan», anotó-. En la librería Rafael Alberti, que desde hace casi cuarenta años atiende Lola Larumbe, una mujer que recomienda libros como quien receta medicamentos para sanar almas y cuerpos, Cartarescu -la timidez rampante- habló ante un reducido grupo de personas y dejó claro que él es «alguien que escribe para entender su situación, como decía Kafka. Kafka es alguien a quien admiro mucho porque nunca se describió como escritor ni formó parte del mundo literario».

Experiencia y autobiografía

Diez de las 800 páginas de Solenoide (una bobina que se emplea en diversos aparatos eléctricos y crea un campo magnético) consisten en la repetición de la palabra socorro entre signos de admiración. «En torno a esas diez páginas están armadas todas las demás», aseguró provocando asombro en el público. Explicó que no habría podido escribir un libro como este antes de cumplir 60 años porque no tenía experiencia suficiente para abordar la complejidad de una historia que llega a sacudir el alma del lector.

Pero hay un libro en el que este profesor casado con una poeta se autorretrata sin tapujos. Se llama El ojo castaño de nuestro amor y está compuesto por una selección de textos autobiográficos donde se alternan memorias, cuentos y reflexiones que subyugan por su sensibilidad y elegancia, fruto de la cuidada elección de las palabras que suelen esgrimir los poetas. Cartarescu habla aquí de la pérdida del amor, de la pobreza de su hogar y hasta del aroma del café, pero también de su relación ambivalente con Bucarest, de la soledad y de la muerte. Cuenta la tragedia de una isla rumana engullida por las aguas de una represa, el exilio del poeta Ovidio en esas tierras, traza un panorama de las letras rumanas y se queja de la falta de valor de la poesía en este mundo inmanente y aleatorio, y de la falta de cultura de las nuevas generaciones de lectores. Su testimonio más conmovedor es el que evoca la muerte de su hermano gemelo, a los cinco años, víctima de una neumonía, un drama familiar que lo marcó para siempre y que presta su poético título a esta selección. Bajo estas postales asoma también la historia reciente de un país que se sacudió con esfuerzo el yugo del comunismo solo para ser escaldado por una versión salvaje del capitalismo. Y no oculta su desencanto con la posterior revolución y con Occidente.

Cartarescu contó en qué basa su trabajo: «En mi diario escribo lo que me sucede, veo, sueño y pienso desde que tenía 16 años. Todos mis libros parten de alguna de sus páginas». Aclaró que sus jornadas de escritura solo abarcan dos horas diarias y es, más bien, automática: rápida, sin esquemas, pasando con facilidad del realismo a la fantasía. «Mis ficciones están empapadas por el romanticismo alemán, por la nostalgia, la melancolía, la tristeza, el existencialismo, la estética y una constante idea del fin del mundo», especificó.

Kafka, idolatrado

Candidato reincidente, hay quien dice que pronto le darán el Nobel de Literatura. Él replica, con modestia, que no es para tanto. Se esfuerza por parecer sencillo y humilde y subraya que aprecia «a la gente modesta concentrada en sí misma y que se alegra ante la hoja de papel en blanco». Incluso va más allá: «En toda mi obra existe una condena para el escritor que escribe por dinero, búsqueda de gloria o parafernalia de la literatura. Para mí, el verdadero arquetipo del verdadero escritor sigue siendo Kafka, que escribía para sí mismo, para su familia y amigos».

En noviembre encabezará el cartel de poetas en la feria FIL de Guadalajara (México), donde espera consolidar su presencia entre el público hispanohablante.

«El nacionalismo es un reflejo primitivo del siglo XIX»

Al hilo de la suspensión de su encuentro con los lectores en Barcelona -previsto para el pasado viernes-, Cartarescu se mostraba contrariado por el enfrentamiento en aumento que vive la sociedad de Cataluña. «El nacionalismo es un reflejo del siglo XIX que hoy en día parece bastante primitivo y que acentúa las diferencias entre las personas. Necesitamos una Europa más unida y no más fronteras, el nacionalismo está causando destrozos», lamentaba. No es que temiese los problemas de la calle, matizó, pero las circunstancias habrían provocado que nadie reparase en el acto del Palau de la Música. «Me gustaría haber visitado Barcelona en una situación normal y no en este estado de tensión», explicó Cartarescu a la agencia Europa Press.

Y no es que sea un escapista. El autor, que se significó contra Ceaucescu en Rumanía, se considera alguien «muy implicado» en cuestiones cívicas. «He participado en numerosas protestas en Rumanía y procuro que se oiga mi voz. Un escritor tiene que ser también creador de opinión», defiende. Precisamente, el protagonista de Solenoide vive bajo la dictadura de Ceaucescu en una Rumanía «imagen de ruina universal» y procura escapar de la frustración de su rutina como profesor de literatura en «la ciudad más triste del mundo». En cierta manera, la novela habla de una «deshumanización» que está presente en los días actuales.