Javier Sierra: «El que me dio la clave para escribir esta novela fue Valle-Inclán»

rodri garcía BARCELONA / ENVIADO ESPECIAL

CULTURA

Andreu Dalmau | EFE

El ganador del Premio Planeta ha construido un «thriller» sobre el grial y cree que en la época actual se necesita «un poco de iluminación»

17 oct 2017 . Actualizado a las 08:29 h.

Cuenta que de niño se hacía carnés -«uno era el del FBI»- y el primero real, no elaborado por él, fue el que le dieron como lector de la biblioteca de su ciudad. Tenía nueve años y allí fue donde descubrió los textos clásicos, entre los cuales le impresionó Julio Verne. Javier Sierra (Teruel, 1971) recordaba ayer, entre risas, cómo en los últimos años su madre le reñía cada 16 de octubre porque no había ganado el premio Planeta después de que su nombre apareciera en las quinielas; era difícil que se lo dieran porque, según explicó, nunca se había presentado hasta que lo hizo este año y lo ganó. Lo ha hecho con El fuego invisible, una obra alrededor del grial que saldrá a la venta el 3 de noviembre con una tirada de 210.000 ejemplares.

-¿Qué la ha dicho su madre ahora?

-Mi madre está muy contenta. Hablamos anoche, ya tarde, y estaba muy emocionada. ¡Por fin! [risas]. Es bonito porque nos sitúa también en una dimensión que a veces se nos escapa en los grandes eventos y es que detrás de cada historia potente hay seres humanos, que tienen madre.

-¿Otra historia sobre el grial…?

-No he querido hacer una novela tópica del grial. El propósito no es buscar la copa de la última cena, aunque se hable de ello. Quien me dio la clave fue un escritor gallego, Ramón María del Valle-Inclán. Valle es conocido por el teatro del esperpento y su visión de la historia de España, pero tiene un libro que es mi favorito, muy poco conocido y que tiene mucho de grial: se titula La lámpara maravillosa. Es un libro en el que se busca la iluminación y tiene mucho que ver, incluso metafóricamente, con el concepto del grial. Es verdad que en una sociedad como esta, tan dura, que estamos atravesando períodos de turbulencia necesitamos un poco de iluminación. Valle apostaba por la quietud, el quietismo. Pues no nos dejemos empujar por el ruido y miremos las cosas con una cierta perspectiva. En una época como esta quizá sea una gran elección: buscar un poco de perspectiva es importante.

-Juan Eslava Galán, el portavoz del jurado, no hablaba de quietud precisamente en su obra: decía que era un «thriller»...

-Ese mensaje de buscar la perspectiva está en la novela, que es entretenida, de intriga, como las que yo hago, llena de todos los elementos que ya conocen los lectores, pero también es una novela que tiene ese punto filosófico, por eso la he presentado al Planeta: es entretenimiento, es divertida, te deja respirar, pero tiene un poco más. Aunque sea un tema tópico he querido tratarlo con perspectiva tratando de descubrir cosas nuevas.

-¿Cómo es la trama?

-El fuego invisible cuenta la historia, en primera persona, de David Salas, que es un joven y brillante profesor de lingüística en el Trinity College de Dublín y acaba de terminar una tesis doctoral sobre Parménides, un filósofo presocrático, que tenía una curiosa manera de atrapar ideas. Estamos hablando de una época un poco anterior a Platón y desarrolló un método que le llevaba a introducirse en una cueva, quedarse aislado durante dos días, solo bebiendo agua, y en esas circunstancias entraba en unos estados de trance con los que recibía la iluminación de los dioses. Otra protagonista es Victoria Goodman, que es la responsable de un grupo de élite que estudia la literatura y donde todos está obsesionados por un libro en particular, que es El cuento del grial, de Chrétien de Troyes. Un libro en el que este trovador cuenta por primera vez la historia del grial en un poema inacabado que, por lo tanto, deja en suspenso qué es el grial y a qué sirve. Victoria le pide a David que se inmiscuya en esta investigación, pero le oculta que uno de los miembros ha fallecido en circunstancias extrañas cuando estaba a punto de resolver en conflicto de a qué, a quién o para quién sirve el grial. Es la chispa que arranca la peripecia y que llevará a los protagonistas a una carrera que transcurre durante una semana y que les llevará desde Dublín a Madrid, a Barcelona y al Pirineo, donde encontrarán algunas claves importantes.

-En su caso, ¿de dónde vienen las ideas?

-La inspiración viene de muchas partes y puede estar en un cuadro en un pequeño detalle, pero siempre picando piedra, siempre trabajando. La musa es picapedrera.

Un viaje al lugar adonde van los perdidos

Andreu Dalmau | EFE

«Mi novela es el viaje de Flora Gascón a una ciudad como Tánger, en busca de un amante que tiene una noche. Ese es el detonante que la hace salir de esa vida monótona que lleva a su marido, una vida en la que ella ha aparcado todas sus ilusiones y todas las cosas que quería hacer y a raíz de esa noche que pasa con este hombre todo se pone en movimiento». Así explica Cristina López Barrio (Madrid, 1970) la trama de Niebla en Tánger, con la que ha quedado finalista del Planeta. Además de lo que supone el premio, la editorial ficha a una autora que no estaba en su nómina.

La escritora, cuya última novela, Tierra de brumas, estaba ambienta en Galicia, explica que con la llegada de la protagonista a Tánger empieza a la historia del hombre que busca, «una historia que está todavía sin terminar de escribir, y la historia de si misma». Y detalla que en realidad se trata de «una novela dentro de una novela», ya que la protagonista solo conserva de su encuentro con el desconocido el libro que este estaba leyendo, que se titula precisamente Niebla en Tánger. En un «juego de espejos», Cristina López Barrio va contando también las vivencias de Flora Gascón: «Son dos novelas que al final tienen un cierre circular en el viaje de esta mujer al fondo de sí misma».

Sobre Tánger, una ciudad donde un hombre del mismo nombre y con características físicas similares al amante de la protagonista había desaparecido el 24 de diciembre de 1951, la escritora apuntó que se trata de una ciudad muy literaria: «Es mucho más para los personajes, es como un estado de ánimo, el lugar transformador, representa ese sitio al que van los perdidos para ver por dónde seguir». Por todo ello, resume que esta novela «es un viaje ficticio y personal de transformación de una mujer que ha perdido el interés por todo».