El Festival de Sitges también se hace eco del escándalo a través de Sarandon y Leticia Dolera

José Luis Losa SITGES / E. LA VOZ

CULTURA

Javier Etxezarreta | EFE

14 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las reverberaciones del caso Weinstein han alcanzado también a este festival que, en su momento, fue puerta de entrada a filmes de su productora Miramax como la saga Kill Bill. Y que conoció también las primeras visitas de un Tarantino debutante. En una ceremonia de premios paralelos, la actriz Leticia Dolera, ante las 1.400 personas que llenaban el Auditori Meliá, centró ayer su discurso en la condena a Weinstein e invitó a todas las mujeres del audiovisual en España que sufren situaciones de acoso a que denuncien. «Y si una mujer os cuenta que le ha sucedido algo así, por favor, creedla. Ahora se comprende por qué la carrera de Ashley Judd fue tan fulgurante y por qué desapareció», añadió la intérprete.

También Susan Sarandon, que trabajó bajo la égida de Weinstein en el filme 3 Generations, junto a las actrices Elle Fanning y Naomi Watts, se hizo eco del escándalo y expresó desde su paso por Sitges su solidaridad con Ashley Judd «y por todas las mujeres que han roto el silencio en relación a las actuaciones de Weinstein. Bravo».

«Atrapado en el tiempo»

Por otra parte, el festival programó en su última jornada de la competición un remake del clásico de Harold Ramis con Bill Murray Atrapado en el tiempo, adaptado al género de terror. Happy Death Day es un slasher de Christopher Landon en el cual Jessica Rothe revive en bucle el día en el cual es asesinada por un psicópata cuya identidad tiene que averiguar para evitar que su muerte se reproduzca sin límites. No hay día de la marmota ni nieve pero sí todos los clichés del cine de serial killers en ambiente de high school.

Y también en concurso sufrimos la última producción de Álex de la Iglesia y Carolina Bang, Errementari, un filme que juega con imaginarios del folclore vasco asociado a leyendas de miedos ancestrales. En el año de El bar y de Pieles no sé a qué temo más: al De la Iglesia autor y su muy estereotipada pero no por ello menos irritante megalomanía o al mecenas de chicos buenistas que van de malotes como el Eduardo Casanova de Pieles o, en este festival, el debutante vasco Paul Urkijo, quien nos somete a su película delirio con herrero de caserío que hace con el diablo un pacto de sangre: RH negativo, por supuesto.