Antonio Domínguez Rey reflexiona sobre «la raigambre del fenómeno poético» en «Nunca Nada Siempre»

H. J. P. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Benito Ordoñez

Los temas son variados, la reflexión callada da cabida a la infancia, la neurobiótica, la nacencia, la palabra como unidad de sentido y de tiempo, la vivencia amorosa...

23 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Domínguez Rey (Rianxo, 1945) presentó este viernes en Madrid su último poemario escrito en castellano, Nunca Nada Siempre. En la biblioteca que recuerda a Eugenio Trías, en la Casa de Fieras del Retiro, la palabra cobró valor como pocas veces en estos tiempos de ruido y confusión. El libro se había estrenado en Lima el pasado 31 de julio, pero solo por que se dio la circunstancia de que este catedrático de Lingüística en la UNED en Madrid participaba entonces en un congreso internacional sobre Eugenio Coseriu, y allí lo invitaron a mostrar su obra mediante una conferencia. Fue este viernes, sin embargo, cuando pudo explayarse con mayor sosiego y amplitud sobre este trabajo, que, dice, «es la culminación de un proceso de escritura y creación poética complejo». En él, explica el veterano profesor, convergen en el punto medial del lenguaje tres vertientes en las que su vida cotidiana está volcada, la creativa, la reflexiva y la científica, «con el lenguaje siempre como germen».

El volumen, editado por el sello Vitruvio, contiene, anota el autor, poemas de todo tipo, aunque incidiendo en «la raigambre del fenómeno poético». Del mismo modo, prosigue Domínguez, es absolutamente polirrítmico, caben hexasílabos, endecasílabos, eneasílabos... Todo en función de lo que la versificación y el contenido precisen en cada momento y de una búsqueda por conseguir «el realce el sonido».

Los temas son igualmente variados, la reflexión callada da cabida a la infancia, la neurobiótica, la nacencia (una nieta acababa de llegar), la palabra como unidad de sentido y de tiempo, la vivencia amorosa... El cáñamo del escritor rianxeiro no es, en cualquier caso, escapista, también afronta en algunos de sus versos las texturas más ásperas: «Está presente la realidad un poco cruda en la que hoy vivimos, la violencia -matiza- que lleva en sí mismo el hecho de vivir».