Payne encarrila en Venecia sus opciones al Óscar con «Downsizing»

José Luis Losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

CLAUDIO ONORATI | Efe

El filme es una distopía con Matt Damon como increíble hombre menguante

31 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Alexander Payne es un habitual de los Óscar, que rozó con Nebraska, Los descendientes o Entre copas. El hecho de que Downsizing ocupe inauguración en esta Mostra no hacía más que apuntar en esa tendencia casi taumatúrgica que en los últimos años lleva a que lo que abre Venecia se corone medio año después en Hollywood. Y mucho hay de oscarizable en esta original vuelta de tuerca al género de las distopías. El guion plantea un renovado mundo feliz donde el ser humano puede elegir su miniaturización para, convertido en hombre o mujer menguante, vivir como millonario y, de paso, salvar la ecología del planeta. Matt Damon es el pobre americano tranquilo -muy emparentado con el Clooney de Los descendientes- que acepta el trato y, ya diminuto, comienza a ver cómo su paraíso prometido del «small is beautiful» deviene tsunami de pesadillas.

Payne da un salto virtuoso en lo que es un ejercicio de ciencia-ficción con carga política de fondo. Porque aun en ese universo de seres humanos casi microscópicos de lo que habla en realidad es del leit motiv de su cine: la tragedia del ciudadano medio, traicionado por la familia, con vecinos tan peligrosos como los de las comedias de Richard Quine y Blake Edwards de los 50 (sensacional secuencia de la orgía, reactualización de El guateque). Y abocado a descubrir que no hay sueño americano a la vista en la existencia de estos minions, sino más de lo de costumbre: en cuanto traspasa la carpa de lujo de postal vintage de agencia de viajes, Damon halla el mismo submundo de desheredados, en arrabales jibarizados pero igualmente sórdidos donde pantallas gigantes proyectan películas de Cantinflas a los migrantes mexicanos que superaron el muro de Trump y comen enchiladas de pollo putrefactas.

Downsizing se eleva como alegoría ideológica en la cual Payne mixtura el milenarismo a lo Brazil y la comedia disparatada en la cual un ortopédico yanqui de la América profunda acaba enredado con una disidente vietnamita de pata de palo, en un amor que remite al fatalismo apocalíptico de un «cuando el destino nos alcance» que anuncia el fin del mundo. Lo que Downsizing proclama, de momento, con independencia de lo que Venecia le depare, es su agigantamiento en la carrera hacia el Óscar.