Santiago Cortegoso, pugna heroica en la noche de los premios Max

Héctor J. Porto VALENCIA / ENVIDO ESPECIAL

CULTURA

Héctor Porto

El dramaturgo pontevedrés disputó las categorías de mejor autoría y de dirección escénica por «Raclette»

06 jun 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Es la gran noche del teatro en España. Lo mejor del año se da cita en la gala de los premios Max, cuya vigésima edición acogió anoche el Palau de les Arts de Valencia y condujo Ana Morgade. Bueno, del teatro... y de la danza, no en vano, la gran favorita y una de las triunfadoras de entre las obras allí concitadas era la producción de danza Oskara, un montaje vanguardista inspirado en las raíces del folclore vasco, que acaparó un total de siete nominaciones, seguida de otro espectáculo de danza, con cuatro, Caída del cielo, de la coreógrafa y bailarina Rocío Molina, y del montaje teatral Només son dones, dirigido por Carme Portaceli, también con cuatro. «La escena sigue viva», proclamó Morgade y eso, tal como están las cosas, es algo muy de celebrar.

En medio de esta fiesta, en la que suele imponerse el habitual dominio de las producciones madrileñas y catalanas, emerge la figura del dramaturgo pontevedrés Santiago Cortegoso (Domaio, Moaña, 1974), que se colocó como finalista en dos importantes categorías -autoría teatral y dirección de escena- de la mano de su obra Raclette y su compañía Ibuprofeno Teatro, que fundó en 2010 junto a Marián Bañobre, quien, además, actúa en la obra. «É unha sorpresa moi grande estar aquí, cunha produción e unha compañía tan modestas», celebra Cortegoso. Especialmente, ahora que el teatro gallego no cuenta con una categoría específica dedicada al teatro realizado en la lengua de Rosalía. Ya entonces había sido finalista en un par de ocasiones. «Pero agora hai que competir en pé de igualdade coas producións de toda España, o cal converte isto nun logro case heroico». No hay nada casual, sin embargo, en estas candidaturas alcanzadas por una pieza, Raclette, que ya había recibido el premio Álvaro Cunqueiro para textos teatrales en el 2014 y cuya representación había merecido el galardón al mejor espectáculo de sala en la prestigiosa feria de Ciudad Rodrigo.

La gala, organizada por la Fundación SGAE, tuvo como hilo conductor la reivindicación de la autoría ?también del papel de la mujer-, lo que da más valor a la doble presencia de Cortegoso, que ya había tenido un anticipo de este reconocimiento cuando la mencionada fundación incluyó Raclette entre los cinco títulos seleccionados en el 2016 para inaugurar la colección Teatro Autor Exprés, sello bajo el que la SGAE se ha propuesto el objetivo de contribuir a la difusión de la dramaturgia contemporánea.

De la dimensión del reconocimiento, ya lo avanzaba el propio Cortegoso, que no ocultaba su admiración, hablan los rivales a los que se enfrentaban las candidaturas de Raclette. La valenciana Carme Portaceli se llevó el galardón de la mejor dirección de escena por Només són dones. Es una de las damas del teatro del momento y, de hecho, dirige el Teatro Español de Madrid desde hace poco más de medio año. En cuanto al premio a la mejor autoría teatral, Cortegoso se la jugaba con Carmen Domingo (precisamente, por Només són dones) y con el madrileño Alfredo Sanzol (por La respiración), uno de los dramaturgos más potentes de la escena española de las dos últimas décadas.