Chatarra de la Era Cenozoica

eduardo galán blanco

CULTURA

internet

10 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Suponemos que ningún adulto en su sano juicio esperará nada de Power Rangers, revisión de una serie de televisión de los años noventa de origen japonés de la que, inexplicablemente, llegaron a producirse más de ciento cincuenta capítulos de media hora. Y dudamos mucho de que alguien la haya podido llegar a convertir en material de culto o de nostalgia. La cosa iba de mamporros continuos y ambiente algo friki, de tipos con buzo y cascos como de motorista de competición. La verdad, poco más nos ha quedado en la memoria de tal atrocidad, si acaso que el asunto de la fascinación por la destrucción apocalíptica, así en general, tan típico de la cultura nipona de tras la Guerra Mundial, debería ser asignatura obligatoria de estudio. Ese rollo Godzilla, de tipos o monstruos enormes dándose estopa y reduciendo ciudades a escombros, vuelve a estar de moda hoy, alentado por los videojuegos, en mil productos a lo Transformers. O quizá nunca pasó de moda en realidad.

El caso es que los Power Rangers de la película -¿decir película es mucho?- tienen un fin de fiesta muy animado, metidos en sus caparazones gigantescos de perros de presa, zurrándose de lo lindo con los monstruos del inframundo que comanda Elizabeth Banks, villana devoradora de oro, cual Dánae deturpada. Por lo demás, después de un prólogo desopilante situado ni más ni menos que en la ¡Era Cenozoica!, encontramos unos jovencitos con problemas de conducta -pero de buen corazón, a los que no les gustan los abusones de la clase- que, en una cueva, hallan unas monedillas de raro cristal que los dotan de superpoderes. El holograma en pantalla gigante del pobre Bryan Cranston -¡lo que tiene que hacer para comer el excelente actor de Breaking Bad o Trumbo!- los entrena con la ayuda de un simpático robot que dice humoradas del tipo «hablan un dialecto primitivo llamado inglés». Tras el entrenamiento y la batalla final, los chavales se reintegran a sus vidas, con la autoestima puesta. Y ya. La productora Lionsgate cruza los dedos confiando en que los cien millones invertidos les den motivos para continuar con la franquicia para adolescentes.