Lois Patiño presenta en Róterdam el hipnótico lugar sin límites de «Fajr»

josé luis losa RÓTERDAM / E. LA VOZ

CULTURA

El cortometraje refleja el tránsito de la noche al amanecer en el desierto marroquí

30 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

A punto de embarcarse, en breve, en el rodaje de su nuevo largometraje en Galicia, Lois Patiño presentaba en el exigente foro de cortometrajes a competición de este 46.º Festival de Róterdam Fajr, una obra de doce minutos e hipnótico e inconmensurable corazón. Se trata de un ejercicio de belleza mesmerizante que embriaga el tránsito -o mejor, el tiempo suspendido- de la noche al amanecer en el desierto, escenario de depuración de los espíritus y de alargamiento en vertical de la poética de los espacios.

Dos figuras humanas se levantan hieráticas en ese mar de arena y de silencio marroquí. Y aunque ese tour de force con la meditación y el vértigo va a ser enervado por el fajr (que significa al tiempo 'amanecer' y 'cántico musulmán de llamada a la oración', único sonido que fragmenta el del viento en la película), no puedo evitar la asociación de este lugar sin límites de Fajr, de las figuras en consunción, con otra mímesis reciente de seres espirituales con el espacio que moran, el del Silencio de Scorsese. Allí en clave católica y narrativa, pero en absoluto distantes de la evanescencia del aire y los sueños de esta obra de Lois Patiño, finalmente agua y sueño en un tránsito bellísimo y onírico que revoca el desierto en su némesis. También me remite en esas figuras y en su hieratismo, a la luz del Bergman del caballero y la muerte de El séptimo sello, porque tal vez exista un oculto duelo entre esos seres imperturbables y en apariencia armonizados.

Fajr es todo eso concentrado en una obra de tránsito y de fusión, de mestizaje de elementos: agua y desierto, luz ebúrnea de luna, de crepúsculo y de amanecer de alguna forma calcinante. Con ella, Patiño se postula para premio (se fallaban en la noche de ayer) en este Festival de Róterdam, uno de los dos ámbitos más solventes del cine alternativo (el otro, Locarno, ya lo alcanzó en el 2013 con Costa da Morte). El estreno de Fajr se producía ayer en la reverenciada sala del Kino, en la Gouvernestraat, otro espacio de vértigo vertical: fue una de las sedes históricas del festival, rehabilitada ahora. Y en los atrios de la sala, muy en la onda dionisíaca del certamen, fluye la cerveza, como en línea de continuidad con la espuma del mar que cierra las imágenes finales y ya imperecederas de este infinito Fajr que nos ofrenda Patiño.