-¿El feísmo es un mal educativo o político?
-Es muy difícil de abordar. Debería de haber ordenanzas para no desfigurar el paisaje y ya existen algunas para poner coto a esto.
-¿Por qué ese horror vacui de los políticos?
-Ese horror al vacío pasa en toda España. Yo he sido muy polémico cuando he defendido un urbanismo de la sustracción. Un buen político no es el que añade más cosas, sino el que quita las innecesarias. Elimina publicidad, mobiliario urbano que no hace falta y hace la ciudad más despejada, más tranquila y silenciosa, incluso en su condición simbólica. A veces es un abigarramiento de mensajes y de objetos que es difícil circular. Me gustaría encontrar políticos que dijeran: no voy a añadir más bancos o farolas, sino que voy a reducir al mínimo lo que se necesita, y que dejara reducida la ciudad a su esencia, a sus espacios públicos, arbolado y edificios.