«El encuentro con tus propios personajes resulta fascinante, eres como un médium»

Á. palmou CARBALLO / REDACCIÓN

CULTURA

El psicólogo y dramaturgo corcubionés, premio internacional Memoria de los Caminos

03 ago 2016 . Actualizado a las 09:42 h.

Suma y sigue en reconocimientos para el psicólogo y autor dramático corcubionés afincado en Madrid Francisco Javier Suárez Lema. En el 2014 fue finalista del premio de teatro breve del Teatro Circo Price con La carta interceptada y ganador del certamen de Nuevos Dramaturgos Lanau Escénica con Caballo negro sobre fondo negro; el año pasado logró una mención de honor en el Certamen Internacional Leopoldo Alas Mínguez con Siveria, y ahora acaba de conseguir con Gertrude Stein no es el nombre de un piano el primer galardón del premio de dramaturgia Memorias de los Caminos que convocan los organismos Iberescena e Iber-Rutas dotado con 12.000 euros.

-¿Qué supone este premio?

-Una alegría enorme. Supone un salto cualitativo que te posiciona en el mapa y en el mercado iberoamericano. Además, hay posibilidades de coproducir la obra; se está hablando de Argentina, México y España. Es importante a nivel económico también, pero lo que más valoro es poder situarme en el mapa.

-¿Cuándo escribió la obra pensaba ya en ese certamen?

-No. La idea surge de una conversación con un amigo que fue director de las bibliotecas Cervantes en Rabat y Casablanca. Un día, volviendo de cañas, empezamos a hablar de la luna y del ramadán y me contó anécdotas sobre esa celebración y me explicó que en esa época hay más actos violentos. Esa premisa tan periférica me llevó a escribir la obra, que es una de las más largas que he escrito (serían más de 3 horas de representación). Al acabar, vi este concurso, que es una convocatoria intergubernamental que apostaba por una temática relacionada con los prejuicios raciales, la xenofobia, el racismo multicultural... y, como ya venía con el impulso del premio Lanau, me dije: «Por qué no».

-El título es llamativo.

-Yo creo que Gertrude Stein es una figura poco conocida. Al menos, en mi caso, tengo que reconocer que nunca había entrado a conocerla a fondo, así que al preguntarle a la gente: «Qué sabéis de Gertrude Stein», una compañera dijo: «Me suena a marca de piano». Así surgió el título. En la obra Gertrude Stein se le aparece en una alucinación a una escritora que está a punto de recibir el Nobel, mientras está en su hotel de Estocolmo, y dialoga con ella sobre su figura: una mujer judía y lesbiana que al mismo tiempo miró para otro lado durante la ocupación alemana de Francia. Pero hay otra especie de subtexto, otros personajes y elementos oníricos que se van fundiendo.

-El jurado ha destacado que la obra habla «sobre la fragilidad humana, el sinsentido del éxito, las paradojas de la ética...».

-Siempre es llamativo cuando alguien hace una valoración de tu obra y piensas ‘madre mía, qué han leído aquí, qué lectura han hecho’, pero creo que en esta ocasión tiene sentido. Aunque son unas palabras muy rimbombantes en el fondo la obra habla del éxito, el talento, la mediocridad, los miedos, la realidad que nos hace cambiar como pensamos, la ética, los prejuicios... Hay una mezcla de muchas de esas cosas.

-¿Hasta qué punto el autor ve la obra mientras la escribe?

-Creo que bastante. Los autores somos como guionistas que estamos pensando en cómo llevar el desarrollo de la obra. Cuando estoy escribiendo estoy viendo la historia como si fuese una película. Cuando pensaba en la habitación de hotel me la estaba imaginando. El encuentro con tus propios personajes resulta fascinante porque al final eres un poco como un médium que estás soltando una información que está dentro y que luego lees y dices ‘¿de dónde ha salido la historia?’.

-¿Da vértigo esta carrera ascendente de premios?

-No, qué va. Esto es una pasión y un hobby. Yo sigo ejerciendo de psicólogo, que es lo que me da de comer, porque el teatro es un tema muy marginal en el sentido económico. Ganar dinero con el teatro es muy complicado. Tienes que dar el salto a una producción importante, producirla para el cine o que esté mucho tiempo en cartel. El único vértigo son las cuestiones de presentaciones, porque soy tímido y no me gustan, aunque es una gozada ver que reconocen tu trabajo.

-¿Como psicólogo diría que el teatro es una terapia?

-El teatro, o más bien la escritura teatral, es una terapia enorme. Se me van las horas volando y las disfruto muchísimo. Hay una parte de la escritura que es muy terapéutica, todo lo que supone contar historias, sacar de dentro, esa especie de exorcizar cosas, es terapéutica.