Clara Usón: «El nacionalismo es muy dañino»

HÉCTOR J. PORTO REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

MARCOS MÍGUEZ

Usón viaja en su novela «Valor» a tres tiempos diferenciados en pos de las heridas calladas de la historia

08 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Venía de ganar el premio de la Crítica con La hija del Este. La presión para Clara Usón (Barcelona, 1961) era grande. Pero su nueva novela, Valor (Seix Barral), dice, halló un eco muy positivo en el lector. En ella combina «tres planos temporales y distintos espacios narrativos»: la crisis de las preferentes bancarias, la sublevación de Jaca en 1930 y el brutal genocidio serbio en la Croacia de la Segunda Guerra Mundial. En uno de ellos viaja así a la España anterior a la República, un tiempo que le recuerda el actual. «Es la desesperanza, la sensación de que esto no puede seguir así. Salvo que entonces -anota- existían individuos que creían que se podían cambiar las cosas e intentaban hacerlo, y les salía bien o mal. Ahora estamos todos resignados porque está la amenaza del dios de los mercados. No nos atrevemos, tememos perder el trabajo, aceptamos lo que sea, es una violencia más poderosa que la de las armas». Usón alude a uno de los distintos tipos de valores (el honor) que están en el fondo de su novela.

-¿No ve salida a este colapso?

-Espero que la tenga, aunque estamos todos resignados. Vemos lo que pasó en Grecia. Y ya sabemos que si alguien intenta salirse de la foto lo echan para siempre.

-Están las ilusiones colectivas como la catalana, que parece que resolverá todos los males.

-Esa idea de pureza, de Cataluña independiente, esa idea nueva parece que revitaliza a algunos. La solución mágica que tienen todos los nacionalismos. Todo lo que nos pasa es por culpa de otros. La homofobia viene de lo mismo. Nosotros somos estupendos, solidarios, justos, íntegros. ¿Y si nos libramos de aquel que nos quita el dinero y además introduce esa semilla malévola de la corrupción? Nosotros lo haremos todo de maravilla. Ese pensamiento es el narcisismo colectivo que supone todo nacionalismo, también el español. A mí eso de estar orgulloso de haber nacido en un sitio me parece ridículo.

-Amar el lugar donde naces...

-Estoy contenta de nacer aquí y no en Siria, ¿quién está orgulloso ahora de ser sirio?, ¿pero qué culpa tienen? El nacionalismo es una ideología muy dañina, que ha originado muchas guerras. Entre el nacionalismo y la religión nacen la mayor parte de las guerras. Pero son siempre excusas, maniobras del poder, que se llevan por delante a nacionalistas que sí se lo creen, independentistas que realmente tienen esa fe. Y luego están otros, como el señor Mas, que la usan para su intereses personales.

-Todo se ha polarizado.

-En Cataluña estamos todos muy cansados. Parece que no interesa gobernar, todo es marasmo. Esta cuestión tapa los demás problemas, sobre todo los recortes sociales. Es una gran cortina de humo. Si la sociedad está dividida, nos tenemos que poner de acuerdo. Los nacionalistas no tienen ni la mitad del apoyo. No hay otra solución, pero ambas partes se enrocan porque a las dos posturas eso les da votos. Y mientras enarbolamos la bandera, nos pulimos la sanidad, la educación... No se habla más que de la patria, te envuelves en la bandera y ya está.

-¿Pero la bandera no es inocua?

-A ver cuándo quitamos todas las banderas, son trapos siniestros. Se crearon para las guerras, para que los soldados mercenarios supieran cuáles eran los suyos. Mi sueño era Europa, que parece que se está desvaneciendo con los nacionalismos y la respuesta ante los refugiados y el terrorismo. Cuando te meten miedo, aceptas que te limiten las libertades. Lo están haciendo y les funciona.

-Volviendo sobre «Valor», ¿es su novela más ambiciosa?

-Es distinta. Por la estructura. Porque pretendo hacer algo diferente, para crear sensación de ritmo, con una historia como espejo de la otra. También es una novela un poco de Internet, aunque eso lo vi después. Recibimos la realidad como fogonazos, de ventana en ventana. Es la manera de percibir la realidad del siglo XXI.

-La niña tiene un peso decisivo.

-Sí, la niña, el personaje adolescente, la hija de Mati. Una adolescente que odia a su madre, como todas las adolescentes pero también por algo más que averiguaremos después. La niña, que quiere ser famosa, se dice: «¿Para qué voy a estudiar?». Famosa porque sí, sin hacer nada, y tendrá dinero.

-Con la complejidad del relato, ¿asumió un riesgo frente al lector?

-Lo asumí. Por lo que sea la novela está yendo bien. El lector me dice que al principio les desconcierta un poco pero que enseguida entra en el juego. Y procuré que la complicación esté de mi lado, no del lector. Yo admiro a Faulkner, pero el lector contemporáneo no tiene la paciencia necesaria.