El adiós de los Studios Ghibli en dos sutiles y delicadas películas

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

«El cuento de la princesa Kaguya» y «El recuerdo de Marnie», del 2013 y el 2014 respectivamente, llegan ahora a Galicia

10 ene 2019 . Actualizado a las 16:15 h.

Para algunos, representan el final de una era; para los más optimistas, la conclusión de una etapa, aunque, eso sí, sin saber cuándo se abrirá la siguiente. El cuento de la princesa Kaguya y El recuerdo de Marnie, actualmente en cartel en los cines gallegos, son las dos últimas películas salidas de los Studios Ghibli, fundados en Japón en 1985 y objeto de culto durante muchos años, hasta que títulos como La princesa Mononoke y, especialmente, El viaje de Chihiro -Óscar a la mejor animación en el 2002-, franquearon su camino a la popularidad en Occidente. Ambas películas fueron dirigidas por Hayao Miyazaki, fundador de los estudios junto a Isao Takahata. El primero anunció en el 2013 su jubilación. Apenas un año más tarde Ghibli comunicaba el cese de su sección de producción y el inicio de un proceso de reestructuración incierto que deja en el aire el futuro de la compañía.

Sea como sea, tanto Miyazaki, que ahora tiene 75 años, como Takahata, que cumplirá 81 en octubre, han entregado sus últimas obras. La despedida de Takahata es uno de los dos últimos filmes del estudio que ahora se pueden ver en Galicia. El cuento de la princesa Kaguya, a pesar de sus discretos resultados de taquilla en Japón -se cree que contribuyó a la decisión de suspender producciones futuras- ha sido saludada como una obra maestra de madurez, como ya ocurrió con el último trabajo de Miyazaki, El viento se levanta. Se basa en un cuento popular japonés del siglo X, El cortador de un bambú: un anciano campesino encuentra en un brote de esta planta a una minúscula niña, a la que atribuye un origen divino que parecen confirmar los sucesivos hallazgos de oro en el mismo lugar. Takenoko (brote de bambú) se convierte en la princesa Kaguya, un proceso que la lleva a abandonar su vida en el campo por otra lujosa que, sin embargo, la hace infeliz.

De esta forma, Takahata toca algunos de los temas que son marca de la casa en Ghibli: una joven protagonista femenina, inteligente y sensible, el papel de la naturaleza y la relación de la raza humana con ella y los dilemas que traen las decisiones que uno debe tomar al crecer, así como la presencia de otra existencia que no pertenece al mundo terrenal.

El tema del doble

Son aspectos que también se encuentran en el otro filme final de Ghibli que ahora ha llegado a Galicia. El recuerdo de Marnie, obra de Hiromasa Yonebayashi, es una adaptación de una historia de la novelista inglesa Joan G. Robinson, y tiene como protagonistas a Anna, una chica huérfana, tímida y asmática, y Marnie, que actúa como su reverso. El filme se aproxima así al tema del doppelgänger, tan querido en la literatura por Borges o Poe, o en el cine del Kieslowski de La doble vida de Verónica. Pese a las diferencias entre Anna y Marnie, hay circunstancias que las unen, lo que permite al director abordar los temas clásicos de los estudios, como las relaciones familiares, los fantasmas y la naturaleza, a los que aquí se añade otro más, el papel del arte en nuestras vidas.

Aunque, al igual que El cuento de la princesa Kaguya, El recuerdo de Marnie compitió por el Óscar, no parece que Yonebashi haya alcanzado el nivel de Miyazaki y Takahata, lo que quizá explique que su juventud, 42 años, no haya garantizado la continuidad de los estudios.

Lo que queda es una forma distintiva de marcar la animación que ha influido en historietistas y animadores. Un caso es el del valenciano Paco Roca, cuyo Arrugas -Premio Nacional de Cómic en el 2008- fue llevado al cine por la productora gallega Perro Verde. En Japón la distribuyó Ghibli, la conclusión a una fascinación de Roca por estos estudios y Miyazaki que arrancó mucho antes: «La primera película que vi en el cine de Ghibli fue Porco Rosso. Fuimos juntos un grupo de compañeros de la escuela de diseño. Para nosotros ya se había convertido en un director de culto gracias a unos VHS piratas que circulaban por la escuela de Nausicaa y Mi vecino Totoro. Con el tiempo se ha convertido en todo un referente, ya no solo en cuanto a la animación 2D, sino en lo que representa contar historias cotidianas y el cariño por los detalles. Sin duda Miyazaki y Takahata fueron una gran influencia en Arrugas, y en cierta manera el círculo se cerró cuando Ghibli decidió distribuir nuestra película en Japón».