«Nocilla Dream», elegido entre los mejores libros del año en el Reino Unido

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Gran acogida de la novela del gallego Agustín Fernández Mallo, que acaba de editarse en inglés

14 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Acaba de llegar de Guadalajara, México, de una feria del libro donde la gente paga por entrar y oír hablar a sus autores predilectos, y donde Agustín Fernández Mallo (A Coruña, 1967) participó en unos encuentros sobre literatura y ciencia. Mientras, en el Reino Unido, su novela Nocilla Dream -que acaba de ser traducida al inglés, apareció en noviembre- ya está en la lista de los mejores libros del 2015 elaborada por el prestigioso diario The Guardian. La recepción, reconoce el autor, está siendo genial. Tuvo un impacto muy rápido, quizá favorecido por una elogiosa cita en la solapa del novelista neoyorquino Ben Marcus, muy reconocido en el ámbito anglosajón. Decía algo así como que estaban ante «una enciclopedia, un estudio, una perturbada antropología. [...] una poética con corazón de piedra que podría mirar a América como realmente es. Hay algo profundamente extraño y finalmente desconocido en este libro».

En Twitter y en las redes sociales se ha generado un debate muy positivo con Nocilla Dream, con comentarios «del tipo es el libro que faltaba en la literatura anglosajona, cosas un poco... que sonrojan», admite el escritor. Él está satisfecho, expectante ante el recorrido que pueda aguardarle al libro, que el sello Fitzcarraldo planea arropar a medio plazo con sus dos entregas siguientes: Nocilla Experience y Nocilla Lab. Ocurrió ya en Italia, Francia, Brasil, Eslovenia, Serbia, Croacia, donde la obra tuvo una feliz acogida; especialmente en Francia y aun más en Brasil, donde se llegó a hablar incluso de «posible sucesor de Bolaño». Llevado por ese eco hasta estuvo en tierras brasileñas haciendo promoción.

«Delicatessen» y vanguardia

La reputación de la editorial Fitzcarraldo también contribuye. Un sello joven que nació con una vocación de editar cosas exquisitas, delicatessen, con mucho esmero, en manos de una persona relativamente joven, Jacques Testard, pero muy respetado allí porque dirige la revista The White Review, que trata sobre literatura y arte. A Fernández Mallo le gustaba su filosofía de trabajo, sabía que tiene inclinación por la vanguardia, y que le daría al libro un excepcional acomodo y una proyección adecuada. «Es un sello pequeño pero con las ideas muy claras. Conozco gente en España que está superpendiente de lo que aparece en ese catálogo, tanto en ensayo como en narrativa», dice. Y anota que, por ejemplo, editaron a su buen amigo Mathias Enard, el último premio Goncourt, y a Svetlana Alexiévich, la última Nobel.

Están empezando a salir críticas y van a salir más en revistas importantes, según le comunicó el editor, tanto en Gran Bretaña como en EE.UU., y ya le han avanzado que el libro les ha gustado mucho. Hay que darle tiempo, porque el escritor gallego, en el mercado anglosajón, parte «de cero». Nada de su producción se había publicado en inglés, salvo pequeñas cosas aisladas en Internet o en revistas. Ahora, en un intento de dar difusión al lanzamiento de Nocilla Dream, la revista Paris Match ha publicado en inglés un cuento, Un paseo por Turín, que había salido en la revista de viajes Altaïr.

¿Que si el público inglés entenderá Nocilla Dream? El escritor gallego Germán Sierra les explicaba hace unos días en un tuit lo que es la Nocilla y aquella canción del primer elepé de Siniestro Total, que sustentan el título. Y Fernández Mallo reconoce que esas cosas hay que aclararlas hasta en España. «Yo no me canso de explicarlo; imagínate, en Inglaterra. Pasó en Francia y en Italia, pero es que además es asunto residual: cuántos nombres de novelas nos llegan aquí en que hacen referencia a algo que no conocemos. Lo importante es que el contenido guste».

Para interpretaciones, un crítico británico relaciona Nocilla, por la búsqueda del desierto, con Hunter S. Thompson. El autor se sorprende, pero matiza: «Si él lo dice, para él será, por qué no. Los críticos no hablan de la novela, hablan de sí mismos, de sus referencias, de su mundo, de sus lecturas, de sus limitaciones y sus aciertos. Un crítico habla de él, no habla del libro, eso tenemos que tenerlo claro. ¿Thompson?, pues no sé, puede, pero yo tampoco quiero decirlo; por mi parte, nunca me lo he planteado».

Para muchos, el poeta coruñés afincado en Palma siempre será el autor del proyecto Nocilla. «Ahora ocurre menos. Con la llegada de Limbo, mi siguiente novela, la gente empezó a identificarme con ella. O ahora, con el nuevo poemario. Pero está claro que Nocilla Dream y siguientes es lo que me ha dado la difusión, por lo que siempre va a tener mucha presencia. Es una cruz más que hay que arrastrar». Pero, ¿con cariño? «Claro, hay que ser agradecidos con las cosas. Lo cual no quiere decir que muchas veces te toque las narices. Es lógico, pero ocurre con todo. En este caso, lo positivo o lo que he ganado creo que supera con creces el inconveniente que pueda ser que a veces estés en un sitio y digan: ?ah, mira el de Nocilla?. Muchísimas veces me pasa».

Corriente, no generación

El éxito deja muchos lugares comunes como también el de la generación Nocilla, de cuya existencia sigue discrepando el escritor coruñés. «Es una idea que surgió de la prensa cultural, que yo no comparto, en el sentido de que advierta que hay una generación. Los aludidos nos enteramos por el periódico, no es que nos hubiésemos juntado. Yo no diría una generación, pero sí una corriente nueva. Eso sí lo tengo claro, lo mantengo y creo que puedo defenderlo». Se trata, explica, de un grupo de autores que están ahí en un momento determinado «generando unos flujos narrativos que en España aún no se habían hecho». Era una lectura transversal de la contemporaneidad, algo, detalla, que puede conectar un cómic, una película de arte y ensayo, un pensamiento de alta filosofía o algo que tenga que ver con un hipermercado... «Cada época tiene sus modos de narrar. No es más que eso», zanja.

Como anclaje para ese tipo de literatura, no ve un referente único, depende de cada sensibilidad, para unos, Julián Ríos; para otros, Juan Goytisolo; para él, más Juan Benet o la literatura estadounidense del posmodernismo. Cada uno según su estética. «Y bueno -asume-, me tocó a mí. Ya está, qué se le va a hacer. Tampoco voy a pedir perdón por ello».