El gallego Carlos Quintáns, comisario del pabellón de España en la Bienale

héctor j. porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

PACO RODRÍGUEZ

El mayor certamen mundial sobre arquitectura se inaugurará en mayo en Venecia

12 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El arquitecto muxián Carlos Quintáns (Senande, 1962) ha sido elegido para dirigir el pabellón español de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016, cuya programación global se halla en esta edición bajo la batuta del prestigioso arquitecto chileno Alejandro Aravena (que sucede en el puesto de comisario general al holandés Rem Koolhaas y a la japonesa Kazuyo Sejima). Es la primera vez que un no madrileño accede a esta responsabilidad, que Quintáns compartirá con su colega Iñaqui Carnicero, un profesional de Madrid que imparte docencia en la universidad estadounidense de Cornell y que pronto empezará a enseñar también en Hong Kong.

Profesor del departamento de Construcciones Arquitectónicas de la Escuela de A Coruña desde hace más de 25 años y director de la revista Tectónica, Quintáns ha recibido con gran felicidad el nombramiento, que compete a una especie de patronato que rige el pabellón de España, y en el que están presentes el Ministerio de Fomento, el ICEX, Acción Exterior, el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos y la fundación del banco Arquia (antes Caja de Arquitectos), entre otras entidades públicas y privadas.

El pabellón de España se sitúa por su importancia entre los más relevantes de la feria -es de los pocos con carácter permanente y en régimen de propiedad-, y también por su privilegiada ubicación en el recinto veneciano, donde ocupa la zona de la entrada. Pero si la designación, dice, supone para él un gran desafío es porque lo pone ante la tarea de llenar de contenido el proyecto español, de diseñar una propuesta atractiva para representar a un país «con un enorme peso en el panorama internacional de la arquitectura». Para comprender esa dimensión, Quintáns explica que cuando se habla de un país con un importante potencial de arquitectos destacados, suelen mencionarse 50 o 60 profesionales; pues bien, Carnicero y él, para empezar a trabajar, han elaborado un listado de arquitectos de proyección muy interesante con un total de 500 nombres, «una auténtica salvajada». Y de esa nómina han de salir las personas que participen en el proyecto expositivo que ambos pergeñan para el pabellón de la Bienale.

La idea que manejan, y que inspira los últimos cambios de filosofía en la Dirección General de Arquitectura, es la de llevar afuera este magnífico patrimonio, poner en valor la tarea de estos profesionales (su preparación, creatividad y solvencia), y que en realidad ya acaparan decenas de departamentos de universidades y escuelas por todo el planeta. Venecia debe convertirse no solo en un escaparate teórico sobre soluciones, belleza y técnica sino también en una plataforma comercial que muestre al mundo las capacidades de los arquitectos españoles.

Han comenzado las reuniones previas con Aravena, que ya ha impuesto el tema que marcará esta feria, Elemental, que es un concepto que «define en buena medida su trayectoria y sobre el que está trabajando siempre». Antes de Navidades deberían estar cerradas las líneas maestras, ya que el certamen abre sus puertas el próximo 28 de mayo, y estará a pleno rendimiento durante más o menos medio año, con un sinfín de actividades, talleres, exposiciones, conferencias, mesas redondas, etcétera.

En torno a lo esencial

La idea de Elemental define la necesidad de la vivienda «como un derecho fundamental de todo ser humano», y propugna un debate en torno a lo esencial, pensando en un futuro ético. «Nosotros debemos partir de esa base para decidir el tema con que presentarnos, qué contenidos exhibir y con qué personas trabajarlos. No hay limitaciones, hay pabellones que exponen una sola obra, otros un solo arquitecto, proyectos construidos o no, un grupo de arquitectos determinado, una tendencia... Pero el asunto que nos centrará estará vinculado con las actividades más necesarias del construir».

La verdad, admite Quintáns, es que van un poco justitos de tiempo. Si deciden elegir un número determinado de arquitectos que trabajen sobre un tema concreto y desarrollen un proyecto -posibilidad que cobra cierta ventaja-, cuatro meses es un plazo que no se puede reducir más. «Creo que podremos hacerlo», afirma.

«Buscamos temas necesarios, que lo que el arquitecto realice no sea un canto al sol»

Aunque Carnicero y Quintáns no han cerrado el proyecto, tienen claro que en el pabellón español en Venecia «no se hablará de arquitectura espectáculo ni de obra pública mastodóntica»: el debate girará sobre los problemas más elementales. «Buscamos temas necesarios, decisivos, que lo que el arquitecto realice sirva para algo, no sea un canto al sol». El profesor muxián reivindica tajante el valor transversal de la profesión: «Nos dedicamos a pensar».

Por el momento, ambos comisarios barajan dos posibilidades de actuación. La primera pasa por poner la mirada sobre las necesidades más elementales que aparecen en otros lugares y, especialmente, en países con economías difíciles. «Hay un montón de arquitectos españoles que están operando en estas condiciones, que se han ido fuera, a través de fundaciones, organismos, oenegés como Arquitectos sin Fronteras? Nos hemos organizado como colectivo y esa labor debe analizarse», anota Quintáns.

La otra opción pasa por ser conscientes de que esto es la Vieja Europa, y está casi todo construido, lo que pasa que en España está mal. «Hemos heredado muchos problemas -admite-, y vamos a tener que actuar más como arquitectos, reutilizar, reurbanizar, reformar, rehabilitar, recomponer muchas cosas». Aquí se abre una mirada muy amplia, muy propositiva, que cree que sería adecuada a Venecia. «Y que apela al ADN», porque, igual que debe arrojar luz sobre la mala calidad de la arquitectura de la vivienda después de la Guerra Civil, del desarrollismo y del bum del ladrillo, también debe poner en valor la edad de oro de la arquitectura española que podría ejemplificar Moneo o actuaciones maravillosas en el ámbito de los poblados de colonización o de las unidades vecinales.