Raphael: «Un artista que nace artista no se retira, lo retira la muerte, nada más»

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Ballesteros

El cantante trae el próximo sábado a Santiago su espectáculo «Sinphonico»

07 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Más de cinco décadas sobre los escenarios avalan la carrera artística de Rafael Martos, Raphael (Linares, 1943). Con 326 discos de oro a sus espaldas, llega a Santiago el próximo sábado con su espectáculo Sinphonico. Será en el Palacio de Congresos (20.30 horas) y su voz estará respaldada por la Orquesta Gaos. A sus 72 años, proclama: «Estoy increíble».

-Usted siempre está dispuesto a reinventarse. ¿Qué es Sinphonico?

-No. Estoy siempre dispuesto a hacer las cosas mejor. Nunca dar un paso atrás, sino hacia delante. Sinphonico es lo máximo que se puede hacer para dar valor a mis canciones. Un sueño hecho realidad, que estaba en mi cabeza desde el inicio de mi carrera, desde que puse a mis espectáculos el nombre de concierto. He tenido la suerte de cantar con orquestas antes, pero fueron momentos especiales, nunca había hecho una gira entera sinfónica a nivel mundial. Estrenamos en el Real en julio, y está siendo precioso. Y espero que continúe.

-La vieja guardia es eterna, siempre regresa. Gente con 40 o 50 años sobre el escenario, o que vuelve. No solo los Stones, en España hay muchos casos. ¿Esto qué es?, ¿vocación, necesidad económica, ganas de guerra?

-Eso de vieja guardia suena un poquito despectivo.

-Para nada. Hablamos de los Stones, o de casos aquí como Víctor Manuel, Miguel Ríos... ¿Dónde está la motivación para volver, para seguir sobre las tablas?

-Puedo hablar por mí. La motivación es el público, que me ha escogido desde hace muchos años, que me profesa un cariño grande, un respeto y una admiración muy grandes. Y yo no les he defraudado nunca, grabo anualmente, y eso se además vende. Lleno todos los sitios en donde actúo, y mi motivación está en eso, en seguir disfrutando de lo que he elegido para vivir, que es mi carrera. Mientras yo esté en forma y con esta ilusión a flor de piel, y la voz en su sitio, voy a estar ahí.

-¿La voz no se gasta?

-La voz, no. No cuando la has cuidado. O no me está oyendo.

-Sí, pero no es lo mismo la charla que un recital de hora y media.

-Si se acerca a verme a Santiago, puede verlo y lo comprobará.

-En sus recitales no solo hay padres y abuelos... y hasta actúa en festivales de música «indie».

-Sí, claro. Yo soy totalmente independiente. ¿Qué quiere decir indie? Toda la vida he hecho lo que he querido hacer, y como he querido hacerlo. Más indie que yo...

-¿En la canción ligera, entre los jóvenes, atisba un heredero?

-Yo no tengo que encontrarlo, lo tiene que encontrar el público.

-Habrá alguno al que admire.

-Tenemos valores nuevos fantásticos. Ahí está un Sergio Dalma que es fantástico. Y mucha gente joven, también. Para gustos se hicieron los colores, y a cada público le gusta un artista diferente.

-Ya han pasado más de diez años, ¿pero hay un nuevo Raphael después del trasplante?

-En abril se cumplen trece. Se me ha regalado un tiempo maravilloso. Nunca he estado de bien como ahora. Normalmente cuando sabes mucho del escenario te fallan las fuerzas; la experiencia tiene eso: cuando la alcanzas te fallan las fuerzas. En mi caso, tengo fuerzas y experiencia. Juego con ventaja.

-En algún momento se le habrá pasado por la cabeza retirarse.

-No he pensado en el retiro. Un artista que nace artista no se retira, lo retira la muerte, nada más. Ahora bien, un día me levantaré y diré «hasta aquí», porque no tengo ilusión, porque no quiero, porque me canse, lo que sea. Y ahí se habrá terminado la historia. Pero yo no haré gira de despedida ni cosas de esas, no quiero pasarme el día llorando [ríe]. No pienso despedirme, simplemente dejaré de trabajar y punto.

-¿No hay necesariamente que morir sobre el escenario?

-No. Si me pilla, sería muy bonito.

-Tampoco parece preocuparle.

-Es algo que está muy lejano todavía. Si no, estaría ya triste.

-De hecho, acaba de hacer una comedia con Álex de la Iglesia. El cine es un guadiana en su carrera.

-De guadiana, nada. Lo que pasa es que hubo una época en mi vida, al principio, en que hice diez películas seguidas, y luego empecé con las giras. Y eso son tres cuartas partes del año por España y el extranjero. Llegó un momento en que no podía combinar las dos cosas. Y con el tiempo me ofrecían cine, pero no me daban nunca un guion que yo aceptara. Hasta que Álex de la Iglesia me mandó un guion, y me gustó.

-¿Cree que es un medio que lo ha tratado bien? ¿Se ha visto bien en sus películas?

-He tenido películas hechas por los mejores directores. Tres de mis primeras películas [a finales de los sesenta] las dirigió don Mario Camus, que después rodó La colmena y tantas obras maravillosas. Mi cine ha dado muchísimo dinero. Son películas que están en la historia del cine español por la taquilla que han hecho. Entonces siempre es muy interesante contar con una persona como yo que vende entradas.

-Eso de que en el cine es usted el Elvis español, que sus películas se ven por sus canciones y no por el cine, ¿le preocupa?

-En absoluto. Me están comparando con un ser maravilloso.

-Con su larga carrera y su presencia social, ha escuchado todo tipo de críticas, cotilleos, hasta sobre su supuesta homosexualidad...

-Ahí no entro.

-La fama y sus inconvenientes...

-Lo que me importa es mi carrera, que es el público, y mi familia. Lo demás no me importa nada.

-Ha cantado con Franco, en la transición, en la democracia... Con su amplia perspectiva, ¿cómo ve hoy España, con el conflicto de Cataluña?, ¿tiene algún juicio?

-Tengo muchos juicios sobre muchas cosas porque soy una persona que está en el mundo. Veo que España está luchando, como siempre, y hay que ayudarla a superar esta crisis. De las demás cosas no quiero hablar, no tengo por qué. Mis convicciones me las guardo para mí y para los míos íntimos, nunca las exteriorizo hacia el público. Yo no soy político y no tengo por qué hablar.