Ana Diosdado, el mutis repentino de una gran dramaturga

antonio paniagua MADRID / COLPISA

CULTURA

Alberto Martín | EFE

La autora de «Anillos de oro» falleció durante una reunión en la SGAE

06 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La actriz y dramaturga Ana Diosdado murió ayer a los 77 años mientras participaba en una reunión de la Sociedad General de Autores de España (SGAE). La autora teatral se desmayó al sufrir un infarto y precisó atención médica. Sin embargo, Diosdado, a la que se diagnosticó hace tiempo una leucemia crónica de muy difícil curación, falleció pese a los esfuerzos para reanimarla. La creadora formaba parte de ese pequeño grupo de mujeres, integrado por Pilar Miró, Josefina Molina o Lolo Rico, entre otras, que hizo historia en TVE.

Ana Diosdado era conocida por el gran público por participar y escribir los guiones de series de televisión como Manuela, Anillos de oro y Segunda enseñanza. La televisión le dio cierta fama, pero su verdadera vocación era el teatro. No en balde, adaptó textos de grandes autores como Oscar Wilde, Tennessee Williams, Henrik Ibsen o Peter Ustinov.

Uno de los trabajos del que se sentía más orgullosa era Anillos de Oro, una serie que se repuso hace dos años y que resistió con gallardía el paso del tiempo. Estrenada poco después de la reforma del Código Civil que autorizó el divorcio, la producción abordó asuntos nunca antes tratados y que estaban en aquel momento en el debate social, como las separaciones, el aborto o la homosexualidad. Con un jovencísimo Imanol Arias, la serie, dirigida por Pedro Masó, formó parte de la educación sentimental de los españoles.

Hija de actores que se vieron obligados a tomar el camino del exilio después de la Guerra Civil y ahijada de Margarita Xirgu, Ana Diosdado (Buenos Aires, 1938) obtuvo el Premio Max de Honor en el 2003 por ser «una de las dramaturgas más relevantes de la escena contemporánea española».

De Argentina a España

El divorcio de sus progenitores, que vivió de forma traumática, la obligó a volver a España con su madre desde Argentina. Esa experiencia tan amarga hizo que olvidara cualquier anécdota de su infancia. De hecho, «como forma de defensa», jamás volvió a pisar tierra argentina. Su padre, al enviudar, se volvió a casar con la actriz Amelia de la Torre, a quien adoraba y consideraba su madre.

Con apenas cinco años debutó en la interpretación, un gesto osado para una niña «terriblemente tímida», como ella decía. Por eso, para poder comunicarse con los demás pero sin exponerse al público, optó por la escritura. Fue finalista del Premio Planeta con la novela En cualquier lugar, no importa cuándo en 1965, cuando solo tenía 24 años.

Su estreno como dramaturga fue con Olvida los tambores, obra con la que ganó el Premio Maite y el Foro Teatral. En 1972 estrenó El okapi y al año siguiente se adjudicó el Premio Fastenrath de la Real Academia Española con Usted también podrá disfrutar de ella, en la que la crítica vio un esfuerzo por innovar en la expresión de los personajes. Se definía a sí misma como una mujer afortunada, dotada de talento e inteligencia para conectar con los deseos del público. Segunda enseñanza, serie en la que intervenía como actriz y guionista, fue toda una cantera de actores de la que salieron Maribel Verdú, Jorge Sanz, Javier Bardem, Aitana Sánchez-Gijón o Amparo Larrañaga, hija del que fue su marido, Carlos Larrañaga.

Gran acogida

Esa capacidad para adivinar los gustos de la audiencia la demostró con la novela Los ochenta son nuestros, de la que se estrenó una versión teatral en 1988 con dirección de Jesús Puente. El texto, que retrataba la sociedad española de la Transición, tuvo una gran acogida. Estuvo casada durante 20 años con el actor Carlos Larrañaga, al que le perdonó no pocas infidelidades. Miró para otro lado cuando su marido llevó el papel de donjuán a la vida real, y eso que, como ella aseguraba, no había nacido nadie que la «pusiera firme».

Fue la primera y única presidenta de la SGAE, entre el 2001 y el 2007. Ya había dejado el cargo cuando fue detenido por corrupción el responsable del consejo de dirección de la entidad, Teddy Bautista, al que estimaba por ser un hombre «inteligente y trabajador».

El director artístico del Teatro Español, Juan Carlos Pérez de la Fuente subrayó que Diosdado ha muerto «a pie de obra; un lunes, cuando las gentes del teatro descansan, para no alterar los ciclos de esta profesión».