El origen del universo literario de Haruki Murakami, al descubierto

H. J. P. LA VOZ

CULTURA

JOHN MACDOUGALL | AFP

El escritor accedió a la traducción al español de dos de sus primeras novelas

03 oct 2015 . Actualizado a las 00:07 h.

El escritor japonés Haruki Murakami (Kioto, 1949) es hoy un fenómeno de masas. Una condición mediática que partió de su novela Tokio Blues, Norwegian Wood (1987, 2005 en España), que vendió millones de ejemplares en todo el mundo. Es un poco lo que Paul Auster pero venido de Asia. Su voz tiene esa magia que emana de una escritura aparentemente sencilla que mezcla de una forma muy personal -y sin fisuras- realismo y fantasía, lo cotidiano y lo onírico. Pero es difícil ir más allá en la búsqueda de una explicación exacta para su apabullante éxito, que podría hallar uno de sus factores en la maestría con que refleja la soledad del hombre contemporáneo. Pero en las nieblas del misterio que lo rodean se pierde cualquier pesquisa sobre las verdaderas, inequívocas razones. ¿Son estas en puridad tan relevantes?

Pues bien, ahora Tusquets -el sello que edita su obra en castellano- quizá aporte algunas claves sobre las raíces de su prosa (ah, la levedad, que diría Italo Calvino). Desde ayer están ya en las librerías españolas -y en un solo volumen- dos de sus primeras novelas: Escucha la canción del viento (1979) y Pinball, 1973 (1980), obras no muy extensas que únicamente habían sido publicadas en japonés e inglés y sobre las que quizá el autor actualmente alberga ciertas dudas. Es más, Murakami no era muy proclive a su recuperación. Y, según detalla la editorial barcelonesa, solo «después de darle muchas vueltas, ha atendido por fin las peticiones de sus lectores y accedido a que se traduzcan estas dos piezas tempranas». En ese momento de debilidad hacia sus fans, consintió incluso en redactar un prólogo en el que narra su génesis. Y recuerda cómo acometió ambas nouvelles: «Mientras llevaba el bar, sentado ante la mesa de la cocina a altas horas de la noche. A estas obras yo las llamo, con afecto y cierto pudor, las novelas de la mesa de la cocina». Entonces era un atareado empresario, agobiado por reformas y ampliaciones del local y que trataba de encontrar cierto sosiego en la lectura, su gran refugio, y poco a poco en la escritura. Enseguida vendió el negocio, relata, y se hizo narrador a tiempo completo. Emprendió la tarea de ejecutar una auténtica novela larga: La caza del carnero salvaje, en la que entra de lleno en su universo imaginario, que supone su auténtico bautismo de fuego y que pronto publicará Tusquets.

Al mismo tiempo, acepta, las «novelas de la mesa de la cocina son también obras decisivas, difícilmente reemplazables» en su carrera. «Son como las viejas amistades del pasado. Quizás ya no salgamos y charlemos, pero jamás olvido su existencia», advierte. Es, diríase, lo más cerca que el lector estará del origen literario de la figura más occidental de las letras niponas... Y hoy un hombre con un estatus similar al de una estrella de rock.