«Tenéis un paisaje muy dramático y una luz muy cinematográfica»

Beatriz Antón ARES / LA VOZ

CULTURA

ANGEL MANSO

Almodóvar inicia en Ares el rodaje de las escenas gallegas de «Silencio»

09 jun 2015 . Actualizado a las 17:03 h.

La plaza de O Pedegral, en el pequeño pueblo marinero de Redes (Ares), amaneció ayer tranquila, pero, poco a poco, con el paso de los minutos, se fue transformando en otro lugar. Ocho camiones repletos de material técnico y atrezo diverso -como un Mercedes de los años 80 transformado en taxi, una vespa azul o una cuna de mimbre- obraron el milagro. Y, en menos de un pispás, Redes ya no fue solo Redes -ese encantador pueblo pegado al mar salpicado de casas de estilo indiano-, sino que se convirtió también en el hogar del pescador gallego con el que se casa Julieta, la protagonista de Silencio, la nueva película del cineasta Pedro Almodóvar.

El director manchego llegó a la villa sobre el mediodía y, poco antes de que las cámaras comenzasen a grabar, tuvo palabras de elogio para los parajes gallegos que harán de platós al aire libre para la que será su película número veinte. «Tenéis un paisaje muy peculiar, que es muy dramático en sí mismo. Y, por otra parte, la luz también es muy cinematográfica», destacó el realizador de Mujeres al borde de un ataque de nervios.

Almodóvar explicó que no vincula Galicia a la comedia -«aunque sois muy graciosos», aclaró entre risas-, y aseguró que ese tipo de género le corresponde más a los directores autóctonos, «porque conocen mejor la lengua y las costumbres». «Para mí, básicamente, Galicia es un personaje dramático», puntualizó.

A su lado, la actriz Adriana Ugarte -delgadísima, guapísima, maquillada ya, aunque todavía sin caracterizar- lo escuchaba con atención. Y cuando le tocó hablar, de su boca solo salieron halagos para el manchego. «Para mí trabajar con Almodóvar es un privilegio; si busco palabras para expresar lo que significa me resulta difícil encontrarlas. Es un privilegio que cada día que pasa se va haciendo más grande. Trabajar con él es muchísimo más de lo que podía esperar. Es un gran maestro. Y un gran ser humano», dijo sin dejar de sonreír.

Además de a Almodóvar y a Ugarte, ayer también se pudo ver por Redes a Rossy de Palma, una de las grandes musas del director, que en el filme da vida a una «sirvienta arisca y competitiva», y al actor Daniel Grao.

El primer día de trabajo en Redes tuvo como escenario una casa del año 1936 situada en la fachada marítima de la villa. Algunas sus habitaciones fueron redecoradas por el equipo de Almodóvar para el rodaje de la película. Su propietario, Gelo Pérez, se mostraba ayer más contento que unas castañuelas de que la hubiesen seleccionado como localización. «La verdad es que me hace muchísima ilusión, no lo puedo negar. Mi mujer no ha podido venir hoy, porque vivimos en Lugo, pero ya me ha dicho que no vuelva a casa sin un autógrafo de Almodóvar», comentaba momentos antes del inicio del rodaje.

También se podía adivinar la emoción en el rostro de otros muchos vecinos. Como en el de Mercedes Ana, propietaria de una de las casas más bonitas del pueblo -ya convertida en Ayuntamiento del ficticio Louredo por obra y gracia de la serie Padre Casares-, para quien el rodaje de Almodóvar «es un acontecimiento internacional que va a poner a Redes a poco menos que a la altura de Biarritz».

Tras la jornada de ayer, las cámaras del aclamado cineasta regresarán hoy a Redes. Mañana estarán en Ares; el jueves, en Mugardos; y el viernes, en Muxía. Tres escenarios «dramáticos» para una cinta que, según avanza la productora El Deseo, habla del «complejo de culpa y de ese misterio insondable que nos hace abandonar a las personas que amamos, borrándolas de nuestra vida como si nunca hubiesen significado nada».