Ana y Víctor, juntos 30 años después

G. N. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Fernando Villar | EFE

La pareja graba su segundo álbum de estudio en común, «Canciones regaladas», integrado por 12 temas ajenos, que ayer llegó a las tiendas

22 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Aunque casados en 1972 y con numerosas actuaciones musicales en directo juntos, Ana Belén y Víctor Manuel solo habían registrado un disco de estudio en común, en 1985, Para la ternura siempre hay tiempo. Desde ayer, treinta años después, está en las tiendas su segunda colaboración, Canciones regaladas, un trabajo integrado por doce temas compuestos por autores ajenos y que quiere ser también una especie de álbum fotográfico de su recorrido, según explicaron ambos en una entrevista con Efe, ya que además de ser piezas «inmejorables», cada una de ellas tiene para ellos el «plus emocional del momento en que la oímos por primera vez».

En esa selección que iniciaron llegaron a reunir hasta cien canciones, que fueron filtrando poco a poco hasta quedarse con doce pequeñas joyas escritas por José Afonso, Leonard Cohen, Carlos Berlanga, Rubén Blades, José Alfredo Jiménez, Astor Piazzolla, Billy Joel o Chico Buarque, entre otros. Habrá otras más conocidas, alegan, pero no serán mejores.

Recuerdan así cómo la canción de Billy Joel Quiéreme tal como soy, desde que la escucharon en 1976, estaba presente cada vez que Ana grababa un nuevo disco, sin que al final entrara en ninguno... hasta ahora. Sobre Choca esos cinco, de Afonso, ella rememora la pequeña gira que compartió con el cantautor portugués en los setenta, o también Todo cambia, de Julio Numhauser, del grupo chileno Quilapayún: «Cuando la escuchamos por primera vez, en México, en 1972, todavía gobernaba Allende en Chile». «Son de esas canciones que tienes dormidas y de pronto vuelves a escucharlas y dices: ?Venga, vamos a por ella?», relata Víctor Manuel.

Siempre combativos, coinciden en el diagnóstico del mal estado de la cultura y en la falta de «sensibilidad absoluta» hacia ella por parte de unos partidos que adolecen «de pura ignorancia» sobre la piratería o la propiedad intelectual. «Asomarse a los programas de los partidos políticos respecto a la cultura es muy penoso, porque ninguno sabe de qué está hablando», lamentan.