La Bella Otero, de estrella a primera víctima de la censura en el cine

miguel anxo fernández

CULTURA

Un operador de los Lumière rodó con ella un filme en San Petersburgo en 1898

02 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde el pasado viernes y hasta el 14 de junio, el Gran Palais de París ofrece a sus visitantes la exposición Lumière! Le cinéma inventé, que conmemora los 120 años de la invención del cinematógrafo a cargo de los hermanos Auguste y Louis Lumière, desde su fábrica en Lyon. El Instituto Lumière, presidido por el cineasta Bertrand Tavernier, dedicará el presente año a tal conmemoración, que incluirá la restauración y comercialización en deuvedé y blu-ray de 200 filmes tomados por sus numerosos operadores por todo el mundo, desde 1895. Son parte de los más de mil que se conservan y entre los que no estará La valse bruisante, realizado en agosto de 1898 por uno de sus más prestigiosos chaseur de imaxes, Felix Mesguich, con la singularidad de tener como protagonista a la gallega Agustina Otero, una de las grandes estrellas de la Belle Époque parisina, en aquel momento actuando junto a la igualmente célebre Lina Cavalieri en el más famoso cabaré de Rusia, el Théâtre d?Étè L?Aquarium.

Con esa filmación y sus aciagas circunstancias, narradas por el propio Mesguich en sus memorias Tours de manivele, publicadas en París en 1933, Carolina Otero debería ser reivindicada como la primera «estrella» española del cine, que incluso, ya en 1895, había sido filmada por un operador de Edison para su Kinetoscopio. Incluso quedará para la historia del cine como la provocadora indirecta del primer episodio de «censura» cinematográfica, tal como recoge, entre otros, el historiador Roger Boussinot en L?Encyclopédie dú Cinema (1989): «Sin duda, la primera de las intervenciones de la censura: estas imágenes, proyectadas en una gala benéfica algunos días más tarde, fueron consideradas una ofensa a la armada». Por lo que narra Mesguich, la Bella Otero le encargó la filmación días antes, e incluso le dio instrucciones durante el rodaje. Relata el cámara que «estaba rodando, cuando, pronunciada con energía, resonó en mi oreja esta frase: ¡Ei! Ahí abajo, trata de recoger bien el final!». De esa manera, la Otero incluso «dirigía» al operador.

Fue en ese momento cuando, de improviso, «un oficial superior, ayudante de campo del emperador, muy conocido en Francia, vació con la Otero una copa de champán, después se quitó bruscamente el quepis y el cinturón, danza con ella el famoso vals que causa furor en la época y la pareja se detuvo pesadamente, él, en un primer plano, con la pierna levantada y sosteniendo el cuerpo pegado de la Otero». Rematada la filmación, Mesguich, cuenta que tiró «un positivo en el sótano del peletero Grunwaldt [concesionario de Lumière para toda Rusia] en la calle Perspectiva Nevski. Otero no podía contener su alegría. Los carteles, colocados en todas las paredes, anunciaban la famosa velada de gala, y la sorpresa... Y en esto que se vuelve contra mí». Poco después, la tal sorpresa que Bella Otero guardaba a los asistentes se produciría durante una gala benéfica a la que asistían «la alta aristocracia, la nobleza y toda la elegancia de San Petersburgo (?), entre los asistentes, se encontraba el embajador de Francia y el gran duque Boris».

Ofensa a la Armada rusa

Finalizado el repertorio de danzas de la Otero, Mesguich procedió a la proyección de apenas un minuto, y recién finalizada sintió fuertes golpes en su cabina y se encontró con que «quepis, gorros de astracán, sables, estaban allí (?), me agarraron brutalmente y me sacaron para afuera con tal violencia que quedé aturdido». Pocos minutos después comparecía ante el jefe de la policía, bajo una «grave» acusación: «Acaba de ofender públicamente a la Armada rusa: nuestros oficiales, sépalo, no son bailarines de café-concierto; ordeno prisión para usted y puede que deportación a Siberia!». Al día siguiente, por intercesión del embajador de Francia, Mesguich fue acompañado hasta la frontera por dos policías.

Georges Sadoul, en su Histoire Genérale du Cinéma, precisa la fecha de la expulsión, el 27 de septiembre de 1898, en un expreso hacia París. El también historiador, Jacques Rittaud-Hutinet, en su obra Le Cinéma des Origines. Frères Lumière et leurs opérateurs (1985), aporta el nombre de aquel oficial que súbitamente accedió al escenario de la Bella Otero, como «el príncipe Louis Napoléon, pues Mesguich osara filmarlo mientras danzaba co su amiga del corazón, bailarina profesional, la Bella Otero. Al parecer, ningún filme de esa familia podía ser mostrado sin una autorización especial...».