Natalie Dessay: «La música es un 20 % de talento y un 80 % de sudar y formarse»

Xesús Fraga
Xesús Fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

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La cantante francesa ofrece un recital lírico mañana en A Coruña

23 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El teatro Rosalía de A Coruña se ha quedado pequeño para Natalie Dessay. Será el Palacio de la Ópera el que acogerá mañana (20.30 horas) la actuación de la soprano, enmarcada en el ciclo Grandes cantantes de la Temporada Lírica de la Asociación Amigos de la Ópera y el Consorcio para la Promoción de la Música. Desde que dejó la ópera hace dos años, Dessay (Lyon, 1965) ofrece recitales de canto con repertorios como el que la trae a Galicia con su pianista habitual, Philippe Cassard, basado en el lied y la mélodie. «Será la primera vez que cante a Schubert y Mendelssohn. Ya hemos hecho un programa con Clara Schumann, así como Brahms y Strauss, pero este año decidimos hacer Schubert por primera vez. Ocho lieder de Schuman y cuatro mélodies por Mendelssohn», explica Dessay.

-Algunos de esos versos son de Goethe, Mallarmé o Verlaine, una presencia destacada de grandes escritores.

-Sí, por supuesto. Y eso es lo interesante de los lieder y las mélodies porque, por una vez, el texto es tan importante como la música.

-También es un programa muy variado: desde el drama de una persecución a la melancolía del amor. ¿Es un buen medio para transmitir emociones?

-No sé, pero tiene un grado de sutileza que hace que a veces la gente se quede, no diría que decepcionada, pero, sabe, mucha gente se espera un gran drama, como en la ópera, y es completamente diferente en los casos de lieder y mélodies. Es más refinado y queremos desarrollar una mayor intimidad con el público.

-¿Se siente más cómoda en este formato que cantando ópera?

-No. ¡No! Claro que no. Es mucho más difícil.

-Está uno más expuesto, es más vulnerable...

-Por supuesto. Estamos como desnudos ante el público.

-¿En una situación así es importante la complicidad con el pianista?

-En realidad, lo más importante es la acústica. Si la acústica está bien, si es correcta, entonces el recital será bueno. Si la acústica es horrible, entonces el recital está acabado, no hay nada que puedas hacer.

-¿Y no echa de menos la ópera? ¿Volvería a cantar una?

-No, no. No, no lo creo. Si llegase alguien y me propusiese algo increíblemente interesante, por qué no, pero no veo qué más puedo hacer en ópera. Ya he hecho todo lo que podía hacer. Así que no quiero repetir eternamente los mismos papeles porque me aburriría. Hay muchos papeles que me gustarían pero que no encajan con mi voz. El repertorio es realmente pequeño.

-¿Qué se siente cuando se interpreta un personaje tan espectacular como la Reina de la Noche de «La flauta mágica»?

-La Reina de la Noche no es tan espectacular. Lo será para el público, pero no para nosotros. Son solo dos arias, y la mayor parte del tiempo lo pasas esperando. No es tan interesante. Lo que sí es interesante es La Traviatta, por ejemplo, o Lucia [di Lammermoor], papeles que tienen un desarrollo. La Reina de la Noche no tiene nada. Son solo dos arias cortas, muy difíciles y muy impresionantes, pero no tiene mayor interés.

-De pequeña, usted quería dedicarse al ballet. ¿Cómo fue su transición al canto?

-Hasta que cumplí los 13 años quería ser bailarina, pero luego me di cuenta de que no podía serlo, por lo menos no todo lo buena que a mí me gustaría. Entre los 13 y los 18 tuve otras ideas y luego, a los 18 o 20, quise convertirme en actriz. A través del teatro descubrí que tenía voz para la ópera. Pero no fue mi primera elección, en realidad fue mi tercera o cuarta opción.

-¿En arte, en música, cuánto hay de talento natural y cuánto de formación?

-Oh, diría que un 20 % de talento y un 80 % de sudar y aprender y formarse.

-La figura del maestro siempre ha tenido una gran relevancia en el aprendizaje musical.

-Sí, pero ¿qué es un buen maestro? Sabe, no tengo claro que exista un buen maestro y un buen alumno. Es más bien una cuestión de encuentro. Tienes que conocer a la persona adecuada en el momento adecuado, pero eso no quiere decir que sea un buen maestro y que seas un buen alumno. Es más una cuestión de cómo trabajar juntos.

-Hay una queja generalizada sobre cómo la crisis ha afectado a la educación musical. ¿Cuál es su opinión?

-Estamos absorbidos por la cultura mainstream y no ya no hay lugar para el refinamiento y las sutilezas, para la música clásica, el jazz, para cosas que solo interesan a unos pocos. Y es una gran lástima.

-Ese tipo de propuestas se tienden a identificar con lo puramente estético y, por tanto, prescindibles, pero poseen un poder moral.

-¿Cómo lo diría? Es una riqueza. Con el arte con mayúscula, como los grandes cuadros, la música compleja y refinada, sales enriquecido de esas experiencias. Pero la gente no quiere enriquecerse de esa forma, quiere enriquecerse con dinero.