¿La hora del cambio?

Miguel A. Fernández

CULTURA

13 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es como si el centenar de miembros de la HFPA (la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood) se hubiesen hartado de cócteles y agasajos varios durante el año, en los filmes mainstream apadrinados por las grandes productoras con promociones millonarias, para romper la baraja y ponerse junto a los autores que reclaman su derecho a un cine singular, ese que no arrasa en taquilla pero gusta a la crítica (en España, Boyhood tuvo 192.011 espectadores y El gran hotel Budapest, 760.387...), ante el desprecio soberano de los ejecutivos (y fondos de inversión) que administran la pasta. Como la rusa Leviathan, de Andrey Zvyagintsev, ya premiada en varios festivales, pero mucho más cerca de Tarkovsky que de un Spielberg o de un Scorsese, dicho con todo el respeto... O a saber si es también un recadito a la Academia de Hollywood para que se ponga las pilas y pase de coquetear con el entertainment a favor del cine-cine.

Nos movemos en el terreno de los símbolos y premiar esos filmes solo puede ser un gesto de hartazgo (nunca una boutade), aunque una cosa parece segura: el palmarés de los próximos Óscars apenas coincidirá en Julianne Moore, Michael Keaton y puede que en el guion del Birdman de Iñárritu. Apostemos. ¿Y la televisión? ¿Qué pasa con ese hermano menor que sin embargo ofrece el mejor cine de los últimos años? Ahí los Globos siempre marcaron distancia con los acomodados (y más frivolones) Emmy, aunque ambos elijan entre el mismo material, o casi. Para sorpresa de muchos, la notable miniserie Fargo se cargó a la excelente True Detective, y Billy Bob Thornton hizo lo propio llevándose por delante a McConaughey y a Harrelson. Lo de Kevin Spacey en House of Cards estaba cantado. Como el drama The Affair, aunque el punto lo aportó la transgresora comedia Transparent, en la que un padre setentón admite ante su familia que se siente mujer. Y además fue una ceremonia con mucha reivindicación. Hora era.