Andrés Suárez: «Tocar en el metro es el mejor ejercicio para el ego de un músico»

Pacho Rodríguez MADRID

CULTURA

Álvaro Ballesteros

«Sin Galicia no vivía, pero sin Madrid no estaría aquí», dice el cantautor ferrolano que hoy toca ante 6.000 personas con todas las entradas vendidas desde hace días

28 abr 2015 . Actualizado a las 23:24 h.

En el largo camino de Pantín al madrileño Palacio de Vistalegre hay conciertos ante menos de diez personas, horas en el metro de Madrid para sacarse algún euro... Y, esta noche, 6.000 almas entregadas a Andrés Suárez, que cierra así su gira Moraima, título también de su quinto disco y que supone la consagración del ferrolano como músico de éxito pero a cierta distancia de la pesada mercadotecnia y la etiqueta de mediático. Pero, ante todo, hay mucho Libertad 8, el bar madrileño, que, como en otros casos, lo acogió y le dio la oportunidad de actuar de manera continua, algo clave en un tipo de temas en los que, como practica Suárez, tanto el halo de cantautor como lo cercano de las canciones juegan un papel fundamental.

Pero Andrés Suárez no gasta aires ni de estrella ensimismada ni de divo de última hora. En un hotel de cuatro estrellas recibe a La Voz pero rápidamente demuestra que como mejor se mueve es pisando la tierra. Eso sí, salvo que hablemos del mar, constante en su temática creativa. Porque entonces lo que se intuye es ese Andrés Suárez que rema mientras su padre pesca. Y algo así como remar es lo que ha hecho desde que está en Madrid, en pleno Lavapiés, aunque aventura cambios. En la capital ha crecido como músico este tipo abierto, cercano, extrovertido, aunque también proclive al desencanto, en ese estado de duda vital que Antonio Vega definía como «luchando con los fantasmas de la prima y el bordón». Y si uno desmonta su universo creativo se lleva la mejor sorpresa: sin límites de Iván Ferreiro a Lapido, de Serrat a Aute, de James Taylor a John Mayer... Y, por encima de todo, Joaquín Sabina.

Andrés Suárez, que estudió música clásica en Santiago, toca desde los 14 años y ha sido hasta flamante frontman de orquestas gallegas. Un todoterreno que deslumbró en el escenario mínimo e implacable de Libertad 8.

-Le esperan 6.000 espectadores en el Palacio de Vistalegre de Madrid. Todo vendido desde hace días. Escrito así parece que todo ha ido sobre ruedas...

-Ya, pero no ha sido así. Yo llegué de Galicia a Madrid al sofá de un amigo y al Metro. Luego a terrazas, locales, etcétera. Hasta que llegó Libertad 8 y se me abrió el mundo. También te digo que tocar en el metro es el mejor ejercicio para el ego de un músico. Allí no eres nadie.

-Usted llevaba ya sus horas de vuelo, ¿era todo tan duro?

-Sí, pero fue porque me costó salir de Galicia. Yo tenía encima ya ocho años de conservatorio, había tocado en mogollón de grupos, de folk, de rock... Y ya había entrado en la BBC [bodas, bautizos y comuniones], cantaba en una orquesta. Había conseguido vivir de la música pero quería vivir de mis canciones. Intentarlo sin Galicia fue duro. Me daban ataques de ansiedad. Hasta que descubrí que durante toda mi vida al asomarme a la ventana lo primero que veía era el mar. Y en Madrid no había mar.

-¿Pensó en volver?

-No. Porque cuando comenzaba, sin Galicia no vivía, pero sin Madrid no estaría aquí. Repito que llegar a Libertad 8 cambió mi suerte.

-Y con lo bien que se está allí, en Libertad 8, con canciones de Luis Pastor, Pedro Guerra... ¿Qué ocurre?, ¿que su vanidad le pedía tanto como 6.000 espectadores de golpe?

-Es una barbaridad. Por supuesto, no prevista. Pero llegados hasta aquí me quiero dar el lujo de tocar así a lo grande.

-Aunque me conteste que las dos, ¿qué es mejor la intimidad de un café concierto o el contacto masivo de un Palacio?

-Dice Iván Ferreiro que el equilibrio es imposible. La cercanía de Libertad 8 no tiene precio. Pero tocar con banda ante 6.000 personas, con musicazos como los que llevo, y poder pagarlos, es un honor. Cuando tocamos en La Riviera te reconozco que lloré.

-¿No se da cuenta de que si sigue creciendo, teniendo más éxito, su libertad se verá recortada...?

-Jamás aceptaría una orden de la compañía, si te refieres a eso. Dice Lapido que en el momento en el que un artista se justifica todo está perdido.