El Museo del Prado expone las primeras «poesías» de Tiziano

Europa Press

CULTURA

Juan Carlos Hidalgo | EFE

Se trata de las pinturas «Dánae» y «Venus y Adonis» que pintó entre 1553 y 1554

18 nov 2014 . Actualizado a las 19:34 h.

El Museo del Prado exhibirá desde este miércoles 19 de noviembre hasta el próximo 1 de marzo de 2015 Dánae y Venus y Adonis, las dos primeras poesías que pintó Tiziano entre 1553 y 1554 para el entonces príncipe español Felipe, futuro Felipe II.

Según ha explicado el comisario de esta exposición, Miguel Falomir, estas pinturas recibieron del propio autor el nombre de 'poesías' en las cartas que enviaba a Felipe II. Las interpretaciones de esta denominación podrían ser varias, pero Falomir aclara que se centran en dos cuestiones.

Por un lado, el autor italiano reivindicaría de esta forma «una antigua aspiración» de los pintores para homologarse con los poetas. Por el otro, sería una forma de Tiziano de «reclamar la libertad» de la pintura para interpretar las fuentes escritas, en este caso tomando Las Metamorfosis de Ovidio como texto original.

De hecho, en la obra Venus y Adonis se puede observar como el protagonista masculino intenta desasirse del abrazo de Venus, quien se encuentra de espaldas al observador del cuadro. Esta recreación, según Falomir, es invención de Tiziano (puesto que la escena no estaba registrada en ningún texto) y, posteriormente, ha servido de inspiración para muchos escritores, incluido William Shakespeare.

Dentro de la producción de Tiziano se denomina 'poesías' al conjunto de obras mitológicas que pintó para Felipe II entre 1553 y 1562, integrado por estas dos obras además de Perseo y Andrómeda, Diana y Adonis, Diana y Calisto y El rapto de Europa.

Probablemente fue el propio Felipe II quien encargó a Tiziano en Aubsburgo un conjunto de pinturas mitológicas, dándole libertad para elegir los temas y su plasmación pictórica. «Tiziano era el nuevo Ovidio, con capacidad para fecundar la mitología», ha explicado el comisario.

En el caso de Dánae, ilustra el momento en que Júpiter la posee en forma de lluvia de oro. Tiziano ya había pintado una primera Dánae para el cardenal Alessandro Farnese y le sirvió de modelo para esta segunda, si bien cambiando al Cupido original por una anciana celadora.

Este cuadro (que durante muchos años permaneció en el Alcázar) terminó en manos del duque de Wellington gracias a la ayuda que prestó en la Guerra de la Independencia española evitando la fuga de estas y otras piezas a manos de José Bonaparte. Descripciones antiguas y una copia flamenca revelan que en el tercio superior del cuadro, eliminado por razones de conservación, se incluía el rostro de Júpiter y un águila con los rayos, atributos del dios.

Pintura contra escultura

Por su parte, Venus y Adonis recoge el intento de la primera por retener a Adonis, fruto de la invención de Tiziano y tema que retomaría años después en varias composiciones. Esta obra recoge a la diosa de espaldas para demostrar que la pintura podía representar distintos puntos de vista, equiparándose con la cultura.

Esta exposición también cuenta con un tercer cuadro, otra Dánae propiedad del Museo del Prado y, que según ha revelado Falomir, en un principio se creía parte de estas poesías. No obstante, las investigaciones para esta exposición han demostrado lo contrario.

En 1565, Tiziano pintó la Dánae que se conserva en el Prado posiblemente para Francesco Vrins, mercader flamenco residente en Venecia. Velázquez compró esta obra durante su primer viaje a Italia y la vendió a Felipe VI con destino al Palacio del Buen Retiro y, más tarde, sustituyendo a la Dánae de Felipe II en el Alcázar.

El Tiziano «más erótico»

Para el director adjunto de conservación e investigación del Prado, Gabriele Finaldi, estas obras responden al Tiziano «más sensual y erótico». En cuanto a Felipe II, estas obras fueron adquiridas durante una etapa de «interés» por la cultura mitológica que perderá más tarde con su «acentuamiento de la religisiodad».

El proceso de restauración de estas obras ha sido llevado a cabo por la técnico del museo Elisa Mora con el apoyo de la Fundación Iberdrola. El trabajo ha consistido en eliminar todo aquello que interfería en la lectura correcta de las obras, realizando una limpieza de los barnices oxidados y una eliminación de los repintes.