Festival de San Sebastián: John Malkovich juega consigo mismo en la operística «Casanova Variations»

José Luis Losa

CULTURA

Javier Etxezarreta | Efe

«Phoenix», del alemán Petzold, conquista a la crítica

22 sep 2014 . Actualizado a las 19:54 h.

Asistimos en el Festival de San Sebastián a una de esas obras de magnetismo inaprensible, una pieza asentada sobre rescoldos de realidad histórica, la de la memoria de los “lager” nazis, pero enhebrada a jirones, a golpe de visceralidad y sublimación onírica. Phoenix, del alemán Christian Petzold, nace, al igual que referentes como los de Georges Franju y Los ojos sin rostro o Almodóvar y La piel que habito, de la oscuridad de una faz destrozada y vuelta a modelar. Y sobre esa base de la identidad perdida, va reconstruyendo, en la fisonomía de esa actriz descomunal que es Nina Hoss, los pliegues de un amour fou –porque Hoss regresa de entre los muertos- y las heridas nunca cicatrizadas de la desnazificación de Alemania.

En Phoenix , Christian Petzold transita por esas dos capas de lectura -la del melodrama con brotes surreales intensísimos, de belleza estremecedora, y el de la metáfora de la amnesia colectiva en la Alemania de la posguerra- con una seguridad soberana, consiguiendo que la película vaya creciendo en su escalada poética del amor entre las ruinas, de retorno de una traición que lleva a la protagonista judía, a los campos de la muerte; y en su fuerza alegórica de espectral inhumación de los tabúes de un país y su historia de culpabilidad colectiva. Petzold, autor de films notables como Barbara o Jericho se eleva con Phoenix a la primera fila de los cineurgos europeos, impulsado por su actriz providencial, Nina Hoss. Y el film alcanza tal magnitud que, por sí solo, legitimaría ya todo el concurso por la Concha de Oro.

La sección oficial nos devolvió a un viejo cómplice de este festival. John Malkovich presenta sus juguetonas Casanova Variations sin negar que su protagonismo va más allá de la propia y omnipresente figura de su Casanova operístico, asumiendo que también algo de su humor y de su sabiduría de gran hombre de la escena impregnan el guion del film que dirige su amigo, el alemán Michael Sturminger. Casanova Variations es un multidisciplinar ejercicio en donde la representación de la ópera de Lorenzo da Ponte y Mozart Don Giovanni se entremezcla con retazos de la memoria de Giacomo Casanova y con reflejos de ese Cómo ser John Malkovich que permite al actor transitar con tanta sutileza de la ficción de sus personajes a su propia figura pública: en el back-stage de la ficción dentro de la ficción, una fan le llega a preguntar si es cierta la leyenda viral de su enredo amoroso con dos lesbianas en Sudáfrica, como ejemplo de la capacidad lúdica que lleva dentro el dispositivo de este brillante ejercicio de inspiración malkovichiana.

La coreana Haemoo es de esas películas que te expulsa de su interior antes de los diez minutos. Su chirriante y ampuloso montaje provocan que, como mecanismo de autoprotección, tu cerebro se evada de tanto ruido y tan poca furia. Se supone que se trata de una tremendista aventura de marinería, con un capitán despótico , ecos de El Lobo de mar de Michael Curtiz. Como la produce el idolatrado Bong Joon-ho y su guionista es el mismo del prestigioso polar Memories of Muder nos querían vender esto como un hito del cine de autor coreano. Como digo, a mí no me metieron ese gato. Y cuanto más volumen salía de la caótica pantalla, más me perdía yo por mis jardines.