El hombre de las tres P

Miguel Anxo Fernández OBITUARIO

CULTURA

13 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Pincha, profesor, psicópata. Tres pes, sus tres glorias para el cine, aunque otros personajes suyos no desmerezcan. Cuántas veces hemos lamentado desde la crítica, las pasadas de frenada de Robin Williams con sus excesos gestuales y sus tipos caricatos a lo Jim Carrey? Pero, a cambio, cuántas veces celebramos sus registros memorables, en parte gracias a la pericia de sus directores para contenerle. Auténtico hombre de las mil caras, digno sucesor del maestro en el arte del camuflaje que fue el británico Peter Sellers, no sería hasta su Adrian Cronauer, el pinchadiscos de Good Morning, Vietnam (Barry Levinson, 1987), cuando la cinefilia global anotó su nombre. Después llegaría el profesor John Keating («Oh, Captain, My Captain?») y su apuesta por el carpe diem en El club de los poetas muertos (Peter Weir, 1989).

Finalmente su inquietante psicópata, el escritor Walter Finch, para la incómoda Insomnio (Christopher Nolan, 2002). Curiosamente, fulanos que no necesitaron de prótesis de látex ni de capas de maquillaje. Era Williams hijo de su tiempo en los relajados ambientes de San Francisco y Los Ángeles de los setenta, la Norteamérica que protestaba contra el Vietnam, celebraba la droga y sus dramáticas periferias, con los ambientes del teatro alternativo forjando sus cualidades. De aquellas farras llegarían varias resacas en forma de adicciones y excesos, que no le impidieron ser actor prolífico en cine y televisión, e incluso en los escenarios. Sin duda tenía cuerda para rato, pero eligió hacerse a un lado y dejarnos sus películas.