Extremoduro apagó los móviles y encendió los mecheros en A Coruña

Francisco Balado Fontenla
Fran Balado LA VOZ

CULTURA

Iniesta y su banda desembarcaron en A Coruña con «Para todos los públicos»

20 jul 2014 . Actualizado a las 15:22 h.

Con un guiño a Platero y media hora de retraso, Extremoduro desembarcó en A Coruña con una cuidadísima puesta en escena recreando el interior de un buque mercante, un escenario lleno de containers de colorines, apilados uno tras otro. Como el barco de la última película de Tom Hanks, en la que el Capitán Phillips y su tripulación son secuestrados por enjutos piratas somalíes. Alguno con una exagerada delgadez solo comparable a la de Robe Iniesta, que anoche compareció en el Coliseo con su habitual guisa de pantalón-falda, camiseta de tiras y melena delante de los ojos.

Regresaban a la ciudad herculina un año después de su última visita, y como en aquella ocasión, Extremoduro hizo gala de recursos. Todo sonó bien. Nada al azar.

En A Coruña reunieron a padres e hijos. Es una de las pocas bandas capaces de aglutinar en un mismo recinto a padres bebiendo cervezas e hijos tomando calimocho. El secreto, su carrera de fondo. Sin desfallecer. Desde el rompedor Rock Transgresivo, editado a finales de los 80, hasta Para todos los públicos, que vio la luz en el 2013, Extremoduro llevan subidos al escenario un cuarto de siglo. En estos 25 años han sabido defender y cuidar a sus primeros seguidores, los más punkis, sin descuidar la cuestión de seguir ganando adeptos. Durante todo este tiempo han sabido navegar, a veces contra viento y marea, conservando su esencia. Atraer, con sus guitarras y sus letras, a punkis, rockeros, heavys, hippies, bohemios y pijos.

En A Coruña alternaron las canciones de su último disco con sus piezas más clásicas, como Jesucristo García o Pepe Botika. También sorprendieron con un tema inédito de una rana revolucionaria, y pretenden seguir sorprendiendo a lo largo de la gira, por lo que solicitaron la complicidad del público pidiendo que no se grabase con los móviles. Como en los viejos tiempos, para acompañar a la música se volvió a encender la llama de los mecheros .