Personalidades del mundo de la cultura y lectores despiden con cariño a Ana María Matute

EFE

CULTURA

La escritora Ana María Matute durante una entrevista el pasado Noviembre
La escritora Ana María Matute durante una entrevista el pasado Noviembre GUSTAU NACARINO

Todos han acudido a la capilla ardiente celebrada en Barcelona y le han dedicado emotivas palabras

26 jun 2014 . Actualizado a las 22:28 h.

Personalidades del mundo de la cultura y la política y lectores anónimos han visitado esta tarde la capilla ardiente de la escritora y académica Ana María Matute, fallecida ayer en Barcelona a los 88 años, que ha quedado abierta hoy poco antes de las 15.00 horas en el tanatorio de Les Corts.

Por deseo de la familia, la capilla, instalada en la sala 13 del tanatorio, está abierta al público para que sus numerosos lectores puedan dar su último adiós a la escritora barcelonesa. Uno de los primeros en acudir fue el que había sido su compañero en la Real Academia de la Lengua y amigo el poeta Pere Gimferrer, quien se mostraba bastante afectado.

Coincidencias o no, Ana María Matute ocupa la misma sala número 13 donde hace unos meses estuvo su amiga y también escritora Ana María Moix, quien fue la que le presentó a Gimferrer en un bar en los años sesenta. Junto al féretro se pueden contemplar coronas de flores de familiares y amigos, así como las enviadas por los Reyes de España, y por don Juan Carlos y doña Sofía, por el presidente de la Generalitat, Artur Mas, por la Real Academia Española o por la Agencia Literaria Carmen Balcells.

El tanatorio de Les Corts acogerá mañana la ceremonia religiosa a las 13:00 horas en la que el mundo de la cultura, así como los representantes políticos, podrán despedir a la autora de «Olvidado rey Gudú» y «Aranmanoth», antes de ser incinerada y depositadas sus cenizas en un panteón de Montjuïc.

Por la sala han desfilado a lo largo de la tarde, el director de la Agencia Literaria Carmen Balcells, Guillem d'Efak, la editora de Destino, Silvia Sesé; y el director de Destino, Emili Rosales, quien ha subrayado que Matute concitó siempre elogios y en ella se produjo la extraña coincidencia de que obtuvo el reconocimiento público de los premios al mismo tiempo que el de los lectores.

El conseller de Cultura de la Generalitat de Cataluña, Ferran Mascarell, y el editor Jorge Herralde, fueron también a rendir homenaje a la escritora. Tras su visita a la capilla, el alcalde de Barcelona, Xavier Trias, ha recordado su «afabilidad» y «amabilidad» y las palabras del hijo de Matute, Juan Pablo Goicoechea: «Es difícil llegar a los 88 años y no tener enemigos y que todos hablen bien de ti».

A media tarde han coincidido las escritoras Maruja Torres y Pilar Castro Villaba, ganadora de la III edición del Premio Internacional Ana María Matute, así como la cineasta Rosa Vergès. Las anécdotas vividas en compañía de la escritora barcelonesa se han repetido una y otra vez entre los pequeños corrillos de visitantes que se han acumulado en algunos momentos.

Su hijo único, el historiador Juan Pablo Goicoechea Matute, afirmaba con resignación que «es ley de vida que los hijos entierren a sus padres», una resignación aún mayor al pensar que su madre «vivió siempre como quiso». Sus últimas palabras susurradas al oído de su hijo, «te quiero», casi el final feliz de uno de sus celebrados cuentos.

En el libro de condolencias, junto a palabras de personalidades del mundo de la cultura como las de Jordi Casassas, presidente del Ateneo Barcelonés, o las de su amigo Pere Gimferrer, quien dedica cariñosamente a Matutona un «nunca te olvidaré», se pueden leer en sus páginas líneas escritas por lectores y admiradores anónimos.

«Gracias siempre por liberarnos con tus palabras»; «Siempre nos quedará la Paulina»; «Un poco más solos, un poco más huérfanos, un poco más tristes»; «Tu literatura y tu persona han hecho mi vida más completa»; «Gracias por cada minuto compartido, por cada sonrisa y por lo más importante, la fantasía. Te quiero princesa» eran algunas de las frases plasmadas en el libro de dedicatorias.

Una joven escribía que Matute ha sido «una inspiración para nosotros los estudiantes», prueba de la vigencia intergeneracional de la obra de la malograda autora.

Otro lector evocaba ese último viaje de Matute en ese estilo negro y surrealista que tanto le gustaba: «volarás a tu infancia mágica y terrible cabalgando en el magnífico Clavileño»