«Winter sleep», filme del turco Nuri Bilge Ceylan, magna Palma de Oro

JOSÉ LUIS LOSA CANNES / E. LA VOZ

CULTURA

Tarantino, Nuri Bilge Ceylan -el director galardonado con la Palma de Oro-, Uma Thurman y Timothy Spall -mejor actor-
Tarantino, Nuri Bilge Ceylan -el director galardonado con la Palma de Oro-, Uma Thurman y Timothy Spall -mejor actor- IAN LANGSDON

Premio del Jurado de Cannes «exaequo» para el «enfant terrible» canadiense Xavier Dolan y la leyenda en vida Jean-Luc Godard

25 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El director turco Nuri Bilge Ceylan entró ayer a formar parte de la privilegiada élite de grandes creadores del cine que poseen la Palma de Oro. Su película Winter Sleep se situó ya como máxima favorita en su pase el tercer día de esta 67.ª edición del festival de Cannes. Posee la magnitud del cine clásico instantáneo, ese que se respira y se sabe ya inmanente. Este drama de veloces y corales diálogos, de mas de tres horas, se ambienta en una atmósfera inspirada en Chéjov en un pueblo de la Capadocia, donde un escritor diletante, en el dique seco, rico propietario, y su mujer, notoriamente distanciada de él, viven su crisis de modo soterrado, hasta que la película detona en su tramo final. Y asistimos entonces a la vibrante desnudez de ese matrimonio, a la representación de la soledad de las parejas, una cima de inspiración bergmaniana que instala ya a Nuri Bilge Ceylan (en clara progresión desde su anterior y ya soberbia Érase una vez en Anatolia) en las cumbres desde donde cada nueva obra suya será aguardada con veneración.

La justísima Palma de Oro para Winter Sleep, entregada a su director por Quentin Tarantino y Uma Thurman, consolida la sabiduría de este certamen, por algo el más importante del mundo, a la hora de lograr un cierre áureo.

El jurado presidido por la cineasta neozelandesa Jane Campion tenía duro colocar en el palmarés todas las películas imprescindibles. Se las han arreglado de modo cabal. Quizás la más llamativa de sus decisiones sea la concesión exaequo del Premio del Jurado al enfant terrible de Quebec Xavier Dolan, por la vertiginosa Mommy y al maestro reverenciado Jean-Luc Godard, por su genio quintaesenciado en gotas reflexivas en Adieu au langage, equiparación que seguro irritará a los puristas que tienden a sacralizar de modo algo ridículo a un realizador todavía vivo.

Me satisfacen los premios de interpretación, especialmente lúcido en el caso de Julianne Moore, al saber valorar, dentro de la desequilibrada película de David Cronenberg Maps to the Stars, el titánico trabajo de la norteamericana, en su rol de actriz madura en continua crisis de nervios.

Spall, actor inmenso

El británico Timothy Spall se las ve en Mr. Turner con un personaje de empatía menor que cero, el pintor paisajista que Mike Leigh perfila como lisiado emocional. Sin duda, me gusta más en otros filmes de Leigh como Naked, Todo o nada y Secretos y mentiras. Pero con este premio se reconoce a un actor inmenso, médium necesario de toda la filmografía del director inglés.

El Gran Premio del Jurado a la italiana Le Meraviglie, de la realizadora Alice Rohrwacher, produce cierta frialdad. No entro en la magia de esta liviana película sobre una familia que sigue las normas de las comunas del siglo pasado. Pero desde que la directora del jurado, Jane Campion, se metió ella sola en la cañetada de denunciar la discriminación que sufren las directoras en este festival, solo cabía premiar a la italiana o a la japonesa Naomi Kawase, una de las grandes perdedoras del certamen galo.