Pensadas para anunciar lavadoras, las tiras de Mafalda cumplen medio siglo con una frescura y actualidad sorprendentes. Ni Quino se explica el fenómeno
21 may 2014 . Actualizado a las 14:36 h.Las preguntas, reflexiones, dudas y contestaciones de una cría en los años 60 en Argentina se leen ahora, bien metidos en el siglo XXI, como si se las planteara una niña en la esquina de al lado. ¿El truco? «Ni yo mismo lo sé, tal vez muchas de las cosas que ella cuestionaba todavía siguen sin resolverse», insiste Quino en las cientos de entrevistas en las que le han interrogado por su gran creación: Mafalda. La niña bonaerense de lazo al pelo sobre una cabeza privilegiada es uno de los personajes más sobresalientes de la historieta de siempre. Unas tiras que se leen con una frescura envidiable, que remiten a cuestiones atemporales y que mandan al tebeo al diván: hay humor, sí, pero una profunda reflexión detrás. Cada secuencia, no más de cuatro viñetas, le llevaba a Joaquín Salvador Lavado (conocido como Quino, para diferenciarse de un tío suyo, de mismo nombre, también ilustrador) unas 9 horas. Un esfuerzo para condensar el pensamiento y mensaje desde la inocencia de un niña de 6 años de la que solo conocemos su nombre (su apellido es una incógnita).
En Mafalda casi todo parece cosa de azar: su génesis, su nombre, su familia o hasta su sexo. «No sé por qué decidí que fuera una niña», ha repetido a menudo su dibujante. La idea original era publicitaria. A un amigo de Quino una firma de electrodomésticos, Mansfield, le encargó una tira para publicar en prensa sobre una familia media argentina en la que, de forma subliminal, se colara la marca de una lavadora. Y el protagonista debía llevar la inicial M en su nombre. El contrato pasó a Quino porque su amigo no lo veía muy claro. Era el año 1963. Aquello fracasó, y los bocetos de Quino, entonces en la treintena, acabaron en un cajón. Una historia frecuente. Hasta que una revista, Primera plana, le pidió una colaboración semanal. En septiembre de 1964, el día 24, se publicó la primera tira. Argentina perdió una campaña publicitaria innovadora, sí, pero el mundo (se ha traducido a más de 20 idiomas), por suerte, ganó un personaje imprescindible. Y cuyo nombre fue también algo casual: Quino ?casado y sin hijos? lo tomó del bebé que salía en una película porque le hizo gracia. A partir de ahí el personaje fue tomando forma (cambió hasta en seis ocasiones de dibujo, aunque es perfectamente reconocible en todos).
Al inicio solo había tres personajes: el papá, un corredor de seguros amante de la jardinería, y el primero en salir en las tiras; y la mamá, un ama de casa con bastante paciencia. Bueno, también está la sopa, la gran tortura de Mafalda. Y el globo terráqueo, al que se dirige muchas veces la cría en un frustrado intento por enderezar su rumbo. El vaguete Felipe, elbruto Manolito (inspirado en un emigrante gallego, por cierto), la conservadora Susanita, la idílica Libertad... Todos ellos fueron apareciendo posteriormente. Como Guille, su avispado hermano pequeño, que nació (se puede ver a la mamá embarazada en varias tiras) mientras las historietas dejaban de publicarse durante meses por el cierre de El Mundo, el periódico que tomó el relevo de Primera plana.
Tras casi 1.930 tiras, Quino dijo basta ?aunque nunca ha renegado de su hija? por falta de ideas, y Mafalda dijo adiós en 1973. Solo ha vuelto para ocasiones muy especiales: campañas de Unicef, alguna en favor de la democracia, una última secuencia contra Berlusconi publicada en Italia, o un frustrado boceto para un libro-disco de Serrat. Pero se sigue leyendo hoy como si contara lo que va a pasar mañana.