Arturo Fernández: «Todos los hombres somos machistas»

José Luis Picón EFE

CULTURA

CAPOTILLO

El actor asturiano explicó que una de las diferencias con los actores acutales es que los de su generación iban siempre «impecablemente vestidos»

07 may 2014 . Actualizado a las 19:31 h.

El veterano actor Arturo Fernández, que se encuentra de gira con la obra «Ensayando Don Juan», dirigida por Albert Boadella, declaró que «todos los hombres son machistas» y quieren «tener una superioridad hacia la mujer, pero no es cierto».

«Todos los hombres somos machistas, no nos engañemos, pero la mujer es mucho más inteligente, en la conquista y la seducción mismo. Se dice, 'yo he conquistado a esa mujer', aunque te ha conquistado ella, pero es inteligente y deja que creas que eres tú el que la ha seducido», ha afirmado el actor en una rueda de prensa en la que se ha dirigido a los periodistas como «chatines».

Fernández (Gijón, 1929) reconoce que «añora» el pasado, «no ya esos 20 años, sino esos 44 o 45 que eran impresionantes». Por eso, cuando ve a alguien con 60 años, le parece «un crío».

Una de las diferencias que observa con los actores actuales, a los que «no conoce mucho», es que los de su generación iban siempre «impecablemente vestidos». «Muchos no tenían para tomar un café en el Café Gijón (de Madrid), donde nos reuníamos en aquel entonces antes de ir al teatro, pero iban con una dignidad impresionante en la forma de vestir, mientras que ahora son otras modas».

Sin embargo, en esta obra está acompañado de un grupo de actores jóvenes que le han «sorprendido muy gratamente» y que le han dado «una lección de auténtica profesionalidad».

«No esperaba ver a actrices y actores jóvenes venir una hora y media antes al teatro a hacer ejercicios de voz y gimnasia. Desde que trabajo con ellos, creo que me he quitado 16 o 17 años, les he dado parte de los años que me sobran, y ellos me han dado juventud. Reconozco que soy un vampiro», advierte.

Al preguntársele por las ayudas públicas al teatro, ha apuntado que pertenece a una generación «en la que no existían subvenciones», y en los más de cincuenta años que lleva con su propia compañía «jamás» ha pedido ninguna. «No lo llevo con orgullo, es mi forma de ser y de pensar».

Además, considera que, si él hubiera pedido una subvención, probablemente no se la habrían dado, «porque hoy en día todo es mucha camaradería, politiqueo y carnés», aunque él cree «que el teatro tiene que estar muy apartado de todas estas cosas».