Javier Ozores Marchesi: «Mi libro habla sobre la lucha por la vocación»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

CULTURA

Presenta en A Coruña su novela «El ruedo invisible», sobre un niño francés que llega a la España de los años cuarenta

06 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Productor cinematográfico, gastrónomo y, por supuesto, escritor. Aunque si por algo destaca Javier Ozores es por la pasión que dedica a sus aficiones hasta el punto de convertirlas en oficio. Esta tarde presenta en la Asociación de Artistas de A Coruña, a las 20.30 horas, el último fruto de ese empeño, la novela El ruedo invisible (Pigmalión), que cuenta la historia de un niño venido de Francia a la España de los años cuarenta que sueña con ser torero.

-Su libro está salpicado de referencias al cine, la cocina, los toros... Todos temas muy suyos.

-Son inevitables. Al cine porque el despertar sexual del protagonista sucede gracias a María Montez, como todo el mundo en aquella época. Y la cocina es por el choque que experimenta un niño francés que llega a España y no entiende determinados platos tradicionales de aquí.

-Y que quiere ser torero...

-Aprovecho para realizar una defensa de la fiesta, que a menudo se presenta como algo cruel y se olvida el arte y el amor que hay detrás de la cría del toro. El protagonista lo entiende, y termina estudiando veterinaria.

-Es la historia de una vocación.

-Eso es lo que cuenta la novela. Es un libro sobre la adaptación a un entorno adverso. El niño que se ve obligado a dejar su vida en Francia, sus amigos, su equipo de fútbol... Es duro dejar el mundo de Tintín para encontrarse con el de Roberto Alcázar y Pedrín. Y cuando consigue adaptarse tiene que volver a Francia. Eso, y la lucha por la vocación. De hecho, la historia parte de un comentario que me hizo un día un amigo sobre la frustración que supone no haber podido responder a una vocación.

-La define como una novela de personajes.

-Es que no es solo el protagonista y los que le rodean. Hay personajes secundarios a los que cogí tanto cariño que me costó mucho desprenderme de ellos.

-¿Por qué la ambienta en los años cuarenta?

-Trato la posguerra, pero no solo en España, sino también en Francia, donde fue si cabe más cruel, marcada por la depuración. Al fin y al cabo, aquí había dos bandos enfrentados, había enemigos, pero no existía la figura del traidor. Ese es el motivo verdadero por el que acaba en España el protagonista, porque su padre es acusado de colaboracionista.

-Al final, ¿consigue coger el capote?

-Digamos simplemente que tiene un final feliz.