Ética y periodismo, zumbido y moscardón

La Voz

CULTURA

García Mázquez mantenía que la ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo

18 abr 2014 . Actualizado a las 11:51 h.

Gabriel García Márquez sabía que su obra debe mucho al periodismo. Nunca lo ocultó. Es más, decía que hasta sus libros de ficción albergaban un intenso trabajo de investigación, de verificación de datos, de contraste, de rigor histórico y fidelidad a los hechos. Poco importaba que fueran novelas en las que su imaginación pesaba de modo determinante. «En el fondo -advertía el Nobel colombiano- son grandes reportajes novelados o fantásticos, pero el método de investigación y de manejo de la información y los hechos son de periodista». Sin embargo, su obra periodística es un caso específico, merece un tratamiento aparte. No en vano fue reportero, director de periódico y a la postre maestro de periodistas.

Sabor literario

Su obra periodística ocupa miles de páginas, muchas de ellas crónicas y relatos de singular belleza. Aunque él siempre dejaba claro que «el reportaje no es, ni mucho menos, el periodismo», también pensaba en el receptor, al que, decía, «siempre le gustará leer una historia completa, alentada por una narrativa de sabor literario».

El hispanista francés Jacques Gilard reprochaba a García Márquez que en ocasiones el periodista se borraba en sus textos y se ocultaba momentáneamente tras el novelista. Gilard lamentaba ciertos efectos perniciosos que esto había tenido entre los continuadores y las nuevas generaciones del oficio, especialmente en Colombia.

Gabo decía que en periodismo seguía siempre la realidad, que lo que ocurría era únicamente que la veía y seleccionaba de una manera muy literaria. Y avisaba: «La ética no es una condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al moscardón».

Cualquiera de los volúmenes recopilatorios -Textos costeños, Entre cachacos (I y II), De Europa a América (1955-1960), Notas de prensa (1961-1984) o el mismo La aventura de Miguel Littín clandestino en Chile- ofrece excelentes trabajos, lo que no excluye pasajes y piezas laudatorios a la Cuba castrista o la Nicaragua sandinista.