El inspirador diario de viaje del japonés Matsúo Basho

G. N. REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

31 mar 2014 . Actualizado a las 10:54 h.

Aquende el Atlántico también se suceden las discusiones, las ediciones y reediciones sobre la diversa e inabarcable obra de Octavio Paz. Una de las recuperaciones más notables corrió a cargo del sello de Jacobo Siruela (Atalanta), que rescata su versión del diario de viaje de Matsúo Basho (1644-1694), una especie de ermitaño que fue un gran renovador de la poesía japonesa y cuya obra está influida por el budismo zen.

Octavio Paz tradujo de la mano de su amigo Eikichi Hayashiya Oku no Hosomichi, que, en palabras de Paz, es «una lección de desprendimiento» que el gran dialogador de culturas que era el mexicano no traspasa en vano. La literatura de Paz está llena de ese despojamiento y de esa apariencia de sencillez que oculta debajo una gran profundidad de pensamiento, de ese amor por la sensibilidad oriental que transpiran también sus traducciones heterodoxas de Chuang-Tzu (que asimismo publicó el conde de Siruela en su anterior sello editorial). El haiku fue una de las pasiones del poeta mexicano, que se convirtió en uno de sus mayores difusores entre los lectores hispanohablantes. Y que en el caso de Basho es de gran trascendencia espiritual: su viaje es por encima de todo experiencia interior.