Isabel Allende: «Mi marido y yo hemos tenido éxito, amor, dolor y drama»

CULTURA

La escritora chilena se explaya sobre su nueva novela, «El juego de Ripper», con la que se estrena en el género policíaco, su vida más personal, la muerte de su hija Paula, la relación con su marido, el escritor estadounidense William A. Gordon, sus creencias, la situación en chile o la influencia de las nuevas tecnologías en los jóvenes

26 ene 2014 . Actualizado a las 22:09 h.

Es una autora consagrada. Ha vendido 60 millones de libros en 35 idiomas. Su primera novela, La casa de los espíritus (1982), es uno de los títulos míticos de la narrativa latinoamericana. Pero, ya septuagenaria, Isabel Allende (Lima, 1942) ha dado un giro sorprendente a su obra adentrándose en un género desconocido para ella, la novela policíaca, con El juego de Ripper. La autora vive en San Francisco, la ciudad de la que quedó prendada hace 26 años, y ha viajado a España para promocionar su libro.

-¿Por qué decidió escribir una novela negra tras 30 años de carrera?

-Nunca había abordado este género y no leo novela policial tampoco. No fue idea mía, se le ocurrió a Carmen Balcells, mi agente. Yo le había dicho que me quería jubilar, le dio pánico y me dijo no, tienes que escribir una novela a cuatro manos con tu marido, William Gordon, que es autor de novelas policiales. Empezamos a poner ideas en el tapete. Yo empiezo todos mis libros el 8 de enero y el día anterior no teníamos nada todavía. Lo único que habíamos hecho era pelearnos. Casi nos matamos. Willie dice que soy muy mandona en la vida diaria y como un coronel nazi cuando escribo, espantosa. Llegó el 8 de enero, nos levantamos tempranísimo para empezar el día. Él se fue a ver televisión, a prepararse el desayuno, a leer el diario y yo a trabajar en mi casita que tengo al fondo del patio. Yo trabajo 11 horas diarias, él tiene una capacidad de atención de 11 minutos; yo escribo en español, él en inglés; yo en ordenador, él a mano. No íbamos nunca a ponernos de acuerdo. Decidimos que no iba a funcionar y yo no tenía nada pensado.

-¿Cómo surgió entonces la idea?

-Viendo dos días más tarde a mi nieta que estaba jugando online a un juego que se llama Ripper, que consiste en que los jugadores crean unos personajes, con habilidades y limitaciones, que tienen que atrapar a Jack el Destripador en Londres en 1888. Entonces decidí trasladar el juego a San Francisco.

-Su nieta le inspiró el personaje de Amanda Martín, la joven de 17 años que dirige al grupo de jugadores.

-Amanda es muy parecida a mi nieta Andrea cuando tenía 15 o 16 años. Iba con una capucha negra, era tímida, poco sociable, bien friki y muy metida en el mundo de la fantasía, los juegos de rol y las películas de vampiros.

-Dedica el libro a su marido -«mi socio en el amor y el crimen»- y aparecen personajes de sus novelas. ¿Cuándo y cómo se conocieron?

-Yo vivía en Venezuela, exiliada. Me acababa de divorciar. Estaba haciendo un gira de promoción en Estados Unidos en 1987. Willie había leído mi segundo libro, De amor y de sombra, y fue a conocerme porque le había gustado mucho. Y nos enchufamos ahí. Yo estaba recién divorciada, él estaba solo. Me lo presentaron como el último heterosexual soltero de San Francisco. Nos enganchamos, yo terminé la gira y me vine a pasar una semana con él con la idea de quitármelo de la cabeza y llevamos 26 años juntos. Nos ha pasado de todo, bueno y malo. Hemos tenido crisis tremendas, yo perdí a Paula, el dos hijos por drogas, uno de ellos acaba de morirse. Hemos tenido mucho éxito, mucho amor, mucho dolor y mucho drama.

-Para documentarse acudió a una conferencia de escritores de novelas policíacas, donde habló con expertos.

-Ya había empezado el libro y comprendí que necesitaba ayuda. Coincidió con esta conferencia de escritores de novela negra. Había policías, patólogos, detectives, expertos en armas, soldados. Aprendí de las personas que enseñaban y de la lista de libros que nos dieron para leer. Quedé en contacto con algunas personas que me sirvieron después para chequear información. Hablé con un psicólogo especializado en asesinos en serie y un navy seal del mismo equipo que participó en la operación de Bin Laden, aunque él no intervino.

-Una autora consagrada tuvo la humildad de acudir a una conferencia de escritores para aprender.

-Es que no sabía nada del género. No creo que sea humildad, sino sentido de la realidad y de mis limitaciones.

-¿Su novela negra es paródica?

-Leí las novelas que estaban de moda en el 2012, como la trilogía de Stieg Larson y a Jo Nesbo, que me encanta. Pero enseguida me di cuenta de que no podía escribir una novela tan oscura, violenta y brutal como la suyas. Después empecé a pensar en el Quijote. Cervantes lo escribió cuando estaban de moda las novelas de caballería, y lo hizo un poco en broma. Y eso fue lo que me propuse. Mi libro está hecho con ironía. Me burlo del género, con humor, pero dentro de sus cánones, cumpliendo todas sus reglas. Es un género que tiene su código y te tienes que ceñir a él. Es un juego entre el lector y el autor, a ver quién gana. El autor tiene la obligación de presentarle todas las claves y mantener el suspense, pero distraer al lector para no las vea. El lector avispado juega con el autor a ver si descubre al asesino con las claves que le va dando.

-Un personaje dice que el realismo mágico esta pasado de moda.

-Mire, el mundo es mágico siempre, en todas partes. Cuando es mágico en Europa tiene otro nombre. En Estados Unidos lo llamamos medicina alternativa o New Age. En América Latina se llama realismo mágico. Acá también anda la gente con astrólogos, horóscopos, psíquicos, medicina integral, acupuntura. Todo eso sería mágico en América Latina, pero aquí es respetado.

-¿Cree que pasarse horas y horas ante el ordenador como hacen muchos adolescentes es perjudicial?

-Es una realidad. El cerebro humano está cambiando con esta tecnología. Cuando se inventó la escritura la humanidad dio una salto evolutivo, pudimos registrar la historia, aprender del pasado, hacer muchas cosas que no podíamos hacer antes. Ahora se ha inventado esta tecnología extraordinaria y vivimos en un mundo virtual y digital. Esta generación es diferente a todas las anteriores, vive en otro mundo, y no sabemos cómo va a evolucionar. No sacamos nada con tratar de limitarlo.

-Indiana, la madre de Amanda, que es sanadora, es un personaje entrañable, vital, generoso.

-Ese personaje existe. No es tan voluptuosa como en la novela. Es Ana Cejas, una terapeuta argentina que vive en Buenos Aires. La bruja santa que ayudó mucho a mi marido, al que diagnosticaron una enfermedad terminal, fibrosis pulmonar, progresiva e incurable. En el 2010 le dijeron que iba a vivir dos años como máximo. Recurrimos a la medicina alternativa y está vivo y coleando y cada vez mejor y ahora dicen que fue un mal diagnóstico.

-¿Es religiosa? ¿Cree en ese tipo de cosas?

-Para nada soy religiosa. Me criaron católica, pero a los quince años dejé la Iglesia y no volví más. No creo en el dios que me enseñaron. Me encanta el nuevo papa Francisco, aunque eso no significa que me vaya a acercar a la iglesia católica. Pero estoy abierta a todas las posibilidades. Tengo una práctica espiritual, comienzo el día con una meditación. Tengo un gran respeto por las creencias de los demás y estoy abierta a todas las posibilidades del mundo, que son maravillosas. Creemos que lo sabemos todo, pero no hay explicación para un montón de cosas. Lo que de verdad nos mueve es irracional: las pasiones, las emociones, los sentimientos. No sabemos nada de la gente. Todas esas dimensiones de la realidad me parecen fascinantes, en Berkeley se está estudiando la posibilidad de que haya 14 dimensiones. Imagínese lo que puede significar eso, que haya otras realidades paralelas simultáneas.

-He leído que cree que en cierta forma el espíritu de su hija sigue vivo.

-Yo siento la presencia de mi hija, es un ejercicio de memoria y de amor. No veo fantasmas y no creo que el espíritu de Paula esté encarnado en algo y ande circulando. Pero el hecho de que acaba de venir aquí una muchacha que me trajo el libro de Paula, que leyó hace 18 años, que está gastado por el uso, y que

diga que mi hija la ha acompañado y que la ayudó cuando se murió su madre es una forma de vida. No le estoy diciendo que Paula sea una persona que ande por ahí y que me vaya a venir a buscar cuando me muera, pero que nos vamos a integrar las dos en un gran vacío, en algo de lo cual venimos ¿por qué no?

-¿Cómo murió su hija?

-Tenía una enfermedad que no tiene por qué ser mortal. Desgraciadamente le dio un ataque de porfiria, fue a parar a un hospital en Madrid que estaba en huelga, había poco personal, el especialista estaba de fin de semana. Le pusieron un remedio equivocado, entró en coma, daño cerebral severo, y murió. Nadie es culpable, no hubo ninguna mala intención, fueron una serie de circunstancias y muy mala suerte. Podría haber ocurrido en cualquier país.

-En la novela cita también la trilogía de Grey. ¿Qué le parece que haya tenido un éxito tan descomunal?

-Yo leí hasta la página 60 y no lo puedo juzgar. Es un fenómeno que se ha dado en cada generación, Historia de O, Belle de jour. En cada generación ha habido una novela en la que hay sumisión, dominación o sadomasoquismo, eróticas o en la línea de la pornografía.

-La mujer siempre es la sumisa.

-Casualmente, ¿Por qué será?

-¿Se ha planteado algún día escribir una novela erótica?

-Sí, pero tengo que esperar a que se muera mi mamá, que tiene 93 años y es inmortal. Y cuando se muera yo voy a estar muy vieja para escribir una novela erótica.

-¿Le sería difícil vivir en Chile? ¿Notaría un cambio grande respecto a hacerlo en San Francisco?

-Fortísimo. La sociedad chilena es muy conservadora. En Chile no puedes ni mencionar la palabra aborto, fue el último país del mundo en tener el divorcio. El peso de la iglesia católica sigue siendo muy fuerte.

-¿Cuál es el trabajo de su fundación?

-Después de la muerte de mi hija escribí un libro que se llama Paula y todos los ingresos que dio fueron a una cuenta separada, porque quería hacer algo que honrara su memoria. Se me ocurrió crear una fundación para ayudar a mujeres y niñas, las más pobres de las pobres, en las áreas de la salud, incluida la planificación familiar, por supuesto, la educación y la protección. Atendemos, por ejemplo, a mujeres violadas de la República Democrática del Congo y a mujeres ilegales en EE.UU., que están en prisión.

-La idea surgió de un viaje a la India.

-Tenía ese dinero en esa cuenta sin saber qué hacer hasta que hice un viaje a la India en 1995 y una mujer me trató de regalar su bebé recién nacido. El chófer del auto en que íbamos le devolvió a la niña y nos fuimos. Luego reflexioné, ¿por qué me quiso dar su bebé? Entonces el chófer me dijo «es una niña, ¿quién quiere una niña?». Esa frase resumió el trabajo que yo había hecho como feminista desde chica, «¿quién quiere una niña?». Ese es el patriarcado. Yo siempre he luchado por los derechos de las mujeres y por terminar con el patriarcado. Hemos avanzado, pero aún falta mucho por hacer.

-Se han cumplido 40 años del golpe contra Salvador Allende en Chile. ¿Lo ha superado la sociedad chilena?

-La sociedad chilena tiene cicatrices fuertes y en algunos casos heridas abiertas. El golpe militar y los 17 años de dictadura fueron posibles porque un gran sector de la población lo apoyó y aplaudió, fueron cómplices y hoy día quieren que la historia lo borre. Hay una enorme cantidad de gente joven que no sienten que sea su historia y no les corresponde echarse esa carga a la espalda. Yo estaba en Chile durante el golpe y me quedé porque no pensé que la dictadura podía durar. Nunca me imaginé que iba a durar tanto y ser tan brutal y tuve que salir de mi país.