-¿Y la generación Nocilla?
-Ni existe, ni existió nunca. Una generación es imposible que exista sin que sus miembros quieran que exista. Fue algo que la prensa cultural acuñó. Lo que sí existió y existe es una corriente de narradores que leímos el mundo de una forma diferente.
-¿A quiénes siente afines?
-Muchos. Jorge Carrión, Eloy Fernández Porta, Juan Francisco Ferré... Cada uno con su estética. Y tratando cosas que no tienen nada que ver unas con otras. Hablo de cómo se lee la contemporaneidad. Hasta ese momento la narrativa española se había quedado un poco estancada.
-¿Se llegó a sentir el líder?
-Jamás. Yo nunca pedí eso. Y no tiene sentido. Es una cosa impuesta. La crítica tiene la obligación de clasificar, y está bien, pero el narrador debe desclasificar.
-¡Borges! Hay algo permanentemente borgeano en su obra.
-Sí. Borges es el autor en que se concentra toda la literatura anterior a él, llega al grado cero y vuelve a explosionar para lanzarla hasta hoy. Es un autor seminal. Me ha influido mucho.