El sonido y su bajo coste animan a las bandas a retomar el casete

Nacho Blanco REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Varios sellos reviven el formato en ediciones limitadas y personalizadas

05 nov 2013 . Actualizado a las 17:30 h.

En 1953 Lou Ottens presentó en la exhibición de la radio de Berlín un invento revolucionario: el casete, una pequeña caja de plástico que cumple 60 años. La música se popularizó y en 1979 los japoneses abrieron las puertas para llevar la música a cualquier parte con el walkman.

La idea de Ottens marcaría durante tres décadas la manera de entender la música, hasta su declive en los 90 del siglo pasado con la irrupción del CD. Pero nostálgicos del plástico continuaron manejando cintas. Las principales discográficas dejaron de fabricar cintas y apostaron por el CD, de sonido más limpio, más tratado. Y esta es una de las razones que esgrimen los amantes del casete y el vinilo: su inconfundible audio plagado de estridencias y sonido que no suena envasado.

La resurrección de las carcasas está siendo más lenta que la del vinilo. En Finlandia, Gran Bretaña, Estados Unidos o Japón, su fabricación agonizó, pero no desapareció. De hecho, una firma de Canadá, la Analogue Media Technologies, retomó la producción y las ventas de este formato representan hoy el 25 % del total. Ahora, sellos japoneses como Sony, TDK o Toshiba atisban negocio. Una tendencia que retrató la revista Rolling Stone, aunque matizó que su público, grupos del indie-rock, es limitado.

El septiembre pasado, en ciudades británicas, estadounidenses, argentinas y niponas, tuvo lugar el primer Cassette Store Day, encuentro que aprovechó el aniversario del formato para congregar a bandas que aún creen en el casete. Sellos como el californiano Burger Records, los nipones Alku y Ozono Kids o el del cantautor Aldo Benítez, defensor a ultranza de la cinta, todavía trabajan el casete. En España son menos. Entre ellos Afeite al perro, Mantricum Records; Musagre o Lovemonk. En todos los casos tienen que importar las cajas. Aquí nadie fabrica. El formato empieza a contar entre bandas noveles por su precio asequible. Para Jose, de Afeite al perro, trabajar el casete «es artesanal; las copias se hacen a mano, lo que permite personalizar los trabajos, algo que gusta a los grupos». Desde el 2007 han editado unas 40 cintas, aunque la tirada, de 50 a 100 copias, es pequeña. El sello Lovemonk, que lleva más de diez años con el casete, editará un mixtape de unidades limitadas con versiones hechas por Miguelito Superstar.

¿Pero es solo una moda? Sus detractores lo entienden así. En su favor, el bajo coste de producción, la oportunidad que brinda a las bandas desconocidas y, especialmente, su lado afectivo, pero también que el público parece hastiado de los sonidos puros de las nuevas tecnologías. Los amantes de la cinta no están solos; voces como la del musicólogo Brian Shinkovitz la reivindican. Vamos, que si no tiraste a la basura los casetes de tu juventud, sácalos del armario, pon a funcionar el walkman y estarás a la última.