Los hombres a los que aman las mujeres

CULTURA

Su aspecto no miente. Son la cara del éxito. Sus novelas, fenómenos de masas que seducen a lectores con predilección por las tramas psicológicas, introspectivas, sentimentales, humanas. ¿Qué los hace diferentes a los demás?

27 oct 2013 . Actualizado a las 19:53 h.

Llegó en verano, pisando fuerte. 27 años. Rubio que queda del niño que fue. Ojos claros. Camiseta o suéter de punto y unos vaqueros de corte más clásico que los de Paolo Giordano pero más aceptables que los de John Irving. Con Irving llegó a comparársele por hacer literatura sobre la literatura, por la afición al boxeo y por ese Nuevo Hampshire vivido en el que se mueven sus personajes, seres con luces y sombras, con sus circunstancias, sus complejos, sus miedos y una gran humanidad que rehúye la división entre el bien y el mal. Ante ustedes, Joël Dicker. Concluido el verano del 2013, no necesita presentación. ¿Conocen La verdad sobre el caso Harry Quebert? 700 páginas y más de 750.000 ejemplares vendidos. Una intriga con mecanismo de noria que convierte un pequeño lugar donde Joël pasó muchos veranos de la infancia en escenario de una trama psicológica, la clase de intrigas que cautivan a un público mayoritariamente femenino, apunta María García, especialista en ficción de la productora Boomerang TV: «Se trata de historias en las que la psicología entra en juego de manera especial. En ellas mandan las emociones, los sentimientos, se ve la miga de las relaciones humanas». ¿No han oído decir a algún lector que La verdad sobre el caso Harry Quebert es una obra «femenina»? A Pilar González, autora del blog Con un libro en la mano, le parece «una novela espléndida, una historia muy completa que puede gustar a cualquier lector. Es un homenaje a la literatura, a la pasión por escribir, a la inspiración», opina esta lectora.

Una muerte, una pasión moralmente rechazable (¿... o es que en la literatura la única moral es la exactitud?), dos escritores bajo la sombra de la fama, personajes humanos; el reto de averiguar la verdad. Dicker sigue ritmo lento y calculado en una historia que «marea un poco la perdiz», opina Eduardo García, otro de los lectores de esta obra que se ha llevado el Premio Goncourt: «El planteamiento de la intriga en la obra de Dicker tiene poco que ver con el desarrollo de una trama policíaca», expone. Duro en el juicio es también Ricardo A. R. Arias, un lector que afirma que «La verdad sobre el caso Harry Quebert está llena de lugares comunes. Sus diálogos son dignos de un guion para un apresurado telefilm de serie B. Sonrojante el modo en que pretende emular el comienzo de Lolita de Nabokov. Mención aparte merece la inserción de fragmentos de la supuesta obra maestra escrita por el personaje Harry Quebert cuando era joven... La ñoñería alcanza el punto de almíbar».

Ese mismo dulce en conserva percibe el paladar de algunos en la obra de David Foenkinos, que ha seducido a un millón de lectores (¿99 % lectoras?)con La delicadeza; «un pequeño milagro literario», leemos en el blog Las bizarrías de Belisa. Con mucha visión comercial (aderezando el cuento con palabras de grandes como Cortázar y guiños a contemporáneos como Glattauer o Muriel Barbery), este músico de jazz con gusto para los zapatos y las camisas de traje firma una historia de amor que nace de la experiencia de la pérdida y se decide a convertir el sinsabor en un caramelo Pez, en un dispensador de palabras amables y sensaciones placenteras. ¿Más que delicada... dirían cursi o anodina?, ¿una partitura de trucos y efectos? Si es así, a Foenkinos le han funcionado. Al menos con un millón largo de lectores. Los mismos que ha cautivado el rubio de fríos ojos azules, con pulsera en la muñeca y fular al cuello, que creó a Mattia y Alice, dos almas gemelas separadas por un número par que no les permite encontrarse. «En La soledad de los números primos, Paolo Giordano ofrece un gran mensaje sobre la soledad, las personas y la vida», advierte para La Voz de Galicia otro autor con pegada entre el público adolescente, Blue Jeans, autor de No sonrías que me enamoro.

Para grande, la sonrisa del médico afgano que conquistó el mundo con Cometas en el cielo. Khaled Hosseini firma «historias desgarradoras, realidades que duelen y hacen reflexionar», dice Esther Basanta. «Cometas en el cielo y Mil soles espléndidos derrochan, con gran sencillez, una ternura infinita en medio del doloroso contexto en el que se mueven», afirma Ivannia Salazar. En el blog Papel en blanco, Celia Almorox escribe que, en su último libro, Y las montañas hablaron, Hosseini «da un giro más y se atreve con un texto que se asemeja a un caleidoscopio que gira y gira sobre una misma historia, pero que va enriqueciendo con nuevas tramas, nuevos personajes, nuevas imágenes». Tres lectoras entre millones. Khaled Hosseini no cuenta la historia, la hace sentir. Y nos deja temblando como niños.

Irving: el maratón de la escritura

Ojos marrón fuerte, piel bronceada, 1,72 metros de estatura, manos que han escrito para al menos seis millones de personas y deportivas en los pies, dicen de Irving que es pausado y reflexivo en la conversación. Este fenómeno superventas radicalmente poético escribe que lo que nos forma son los deseos. Eso dice en Personas como yo, su última obra, que se abre como una trampilla en el suelo, con una de las obsesiones más recurrentes en la literatura de consumo masivo del autor de Una mujer difícil: el instinto sexual. La pegada erótica de Irving está no solo en el frágil equilibrio de crudeza y esperanza, ni su encanto solo en ese mestizaje que consigue entre la literatura y la vida. Irving es el hombre y la mujer, la revolución del género. Como escribe la autora del blog Armada Invencible. Pon un libro en tu vida, a Irving lo distinguen unos personajes femeninos «maravillosos. Mujeres en la encrucijada. Mujeres ante la muerte, ante la vida, ante el amor. Irving crea un mundo que nos cautiva». Fascinante también para la periodista Denise Duncan, incondicional del autor de El mundo según Garp: «El de Irving está lleno de reglas inverosímiles y personajes con matices, en el límite. Es un maratonista de la escritura. Un corredor de fondo. Un maestro». Grandes palabras que la emoción colma de sentido.