La saga literaria de los Panero pierde a los 71 años a Juan Luis

Xesús Fraga
xesús fraga REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Fue dueño de una personal obra poética, marcada por el clasicismo

06 mar 2014 . Actualizado a las 12:10 h.

Creador de una amplia y personalísima obra lírica, e hijo, sobrino y hermano de poetas, Juan Luis Panero mantuvo una intensa vinculación intelectual y biográfica con la escritura desde su misma infancia hasta su muerte, el pasado lunes en el municipio gerundense de Torroella de Montgrí, donde residía desde hacía tres décadas. Fue esa incardinación vital la que marcó el pulso poético de Panero, encajonado entre el «hijo de» Leopoldo Panero y el «hermano de» Michi y Leopoldo María, especialmente el malditismo que concedió un mayor papel protagónico a este último.

No obstante, afianzó su propia voz, enmarcada en un clasicismo que tenía a Borges emplazado en el norte, a la que guardó fidelidad tanto en los arranques de su trayectoria, cuando el experimentalismo en boga en los últimos años de la dictadura atraía todos los focos, como en la posterior vuelta a una poesía más transparente y que lo colocó en el lugar que le correspondía. Sus temas tampoco se apartaron de la ortodoxia poética: la muerte, el paso del tiempo, el destino y la memoria.

Panero nació en 1942 en Madrid y recibiría su primera educación en El Escorial. Concluida la Segunda Guerra Mundial, su padre fue director del Instituto Español de Londres, lo que permitió al niño Juan Luis conocer a poetas insignes como el exiliado Luis Cernuda y T.?S. Eliot. «Fue algo mágico», recordaría muchos años después. Su padre también estuvo en el origen de los frecuentes viajes que Juan Luis haría más tarde a América Latina, ya que su familia lo acompañó en las estancias que lo llevaron a diversos países, en ocasiones junto a otros escritores del régimen franquista, como Agustín de Foxá o Luis Rosales. Más tarde Juan Luis emprendería los itinerarios latinoamericanos por su cuenta, una vez abandonados sin concluir los estudios de Derecho, y estableciendo contacto con autores como Octavio Paz, Juan Rulfo y Borges, cuya influencia sería decisiva.

Como escritor debutó en 1968 con A través del tiempo. En la década siguiente llegarían también Los trucos de la muerte y Desapariciones y fracasos. De 1984 data Juegos para aplazar la muerte; un año después publicó Antes que llegue la noche, premio Ciudad de Barcelona.

Autobiografía conversada

Los galardones siguieron rondándole. Galerías y fantasmas obtuvo en 1988 el Loewe y fue finalista del Premio Nacional de Poesía. Su autobiografía, Sin rumbo cierto -un verso de Rubén Darío-, narrada en primera persona pero concretada a partir de sus conversaciones con el crítico y editor Fernando Valls, ganó el premio Comillas. El texto pretendía ofrecer una lectura alternativa al retrato que había alimentado el filme de Jaime Chávarri El desencanto. Con todo, Panero negaba que fuese un ajuste de cuentas. «No pretendía meter a todos los idiotas que me he ido encontrando en el mundo», aseguró, aunque tampoco obvió incluir su agitada vida sentimental. «Pero he sido respetuoso, porque si no me hubiera presentado a la Sonrisa Vertical [premio de literatura erótica]», ironizó en la presentación.

Entre las numerosas antologías que coordinó, especialmente de autores ingleses y franceses, figura también la de la obra poética de su padre. La práctica totalidad de su obra lírica está recogida en La memoria y la muerte, una recopilación aparecida en el año 2009.