Donald Rumsfeld y Lance Armstrong, documentales con villanos de lujo

josé luis losa VENECIA / E. LA VOZ

CULTURA

El director Errol Morris.
El director Errol Morris. alessandro bianchi < / span>reuters< / span>

Tras una jornada desopilante, la Mostra pisó realidad con dos piezas de excepción

05 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Tras una jornada desopilante, con falos juguetones de Kim Ki-duk y desnudez alienígena de Scarlett Johansson, la Mostra pisó realidad con sendos documentales de excepción. Tanto The Armstrong Lie, sobre el fraudulento ciclista ganador de siete Tours, como The Unknown Known, centrada en el secretario de Defensa de Bush y «monstruo de las galletas» de Irak y Guantánamo, Donald Rumsfeld, se respiran como películas de pura acción porque muy pocas historias ficcionadas, ni las de superhéroes, pueden darse el lujo de contar con dos villanos de este nivel, con tan depurado grado de cinismo y oscuro descaro para la seducción.

A Rumsfeld lo dirige un maestro en desnudar la historia reciente de los Estados Unidos. Errol Morris ganó un Oscar en el 2003 por The Fog of War, en la que sentaba en el confesionario a Robert McNamara, también secretario de Defensa, pero este con Kennedy y Johnson, el hombre de la escalada en Vietnam. Con Rumsfeld, Morris no cae en el cómodo juego del K.O. El inventor de las inexistentes armas de destrucción masiva en Irak es ya árbol caído, así que hay que dejar que se cueza en su salsa. The Unknown Known deja a Rumsfeld toda la cancha. Y es un placer paladear sus fabulaciones, sus reescrituras de la verdad, su risa sardónica, su melifluo arte de la autoexculpación, punteado por una banda sonora de Danny Elfman digna de alimentar a un ogro gótico. Uno lo ve y recuerda la banalidad del mal de Hannah Arendt, aunque Rumsfeld no sea exactamente banal porque lleva dentro a un actorazo, un simulador de los que el Poder ha tenido margen de curtir en décadas.

A otro nivel, Lance Armstrong es un antihéroe con capacidad para el engaño digna de un showman. Te internas con él en esa famiglia de la élite deportiva y te asusta intuir lo que hay detrás de ese dopaje colectivo, ese pan y circo del deporte de masas.

Gianni Amelio conmovió hace casi veinte años con L'America y Cosí rivedamo, acercamientos despiadados a la emigración económica como tragedia. Por eso sorprende la fatua frivolidad de L'Intrepido, con un personaje adicto al trabajo, pluriempleado sin dificultad, tan absurdo como la propia trama ilógica, dislocada, desconcertante. Debió de ser un sentimiento colectivo porque el abucheo final en el Lido sí fue realmente intrépido.