Alfredo Landa: Adiós al hombre que bautizó el «landismo»

Elena Box DPA

CULTURA

El actor fue en el cine del desarrollismo español un macho ibérico conquistador de suecas. Un Don Juan bajito y bruto que se llevaba a las nórdicas de calle

09 may 2013 . Actualizado a las 21:56 h.

Alfredo Landa pasa a la historia del cine español como el hombre que bautizó el «landismo», ese subgénero de la comedia de enredo tan «typical spanish». Con la muerte del actor a los 80 años, España pierde a otro mito en este 2013, en el que ya se fue Sara Montiel.

Landa fue en el cine del desarrollismo español, ese del final de la década de los los 60 y de los años 70, un macho ibérico conquistador de suecas. Un Don Juan atípico -bajito y bruto- que se llevaba a las nórdicas de calle.

Pero su carrera, con unas 120 películas, fue mucho más. Tres Goyas -uno de ellos honorífico- y el premio al mejor actor en Cannes avalan la trayectoria de uno de los intérpretes más emblemáticos del cine español.

Grabada en la memoria de muchos cinéfilos está aún la noche del 3 de febrero de 2008, cuando Alfredo Landa, también nominado por Luz de domingo, subió al escenario para recibir el Premio Goya de Honor con el que la Academia rendía homenaje a su trayectoria. Y el actor, que no fue precisamente un hombre con dificultad de palabra, no consiguió articular una sola frase con sentido.

«Lo que me pasó allá arriba no me había pasado jamás», escribió meses después en sus memorias Alfredo el Grande. Vida de un cómico.

«No podía hablar, no acertaba (...) Espantoso, espantoso, no lo he pasado peor en la vida», contó. Quizá fuera consecuencia del tenso rodaje de Luz de domingo y su distanciamiento del director José Luis Garci o, tal vez, de un cúmulo de emociones asociadas al premio.

«Fue la despedida 'real' de mi profesión, de lo que había sido mi vida (...) Dije adiós y me dijeron adiós.» Esa vida forjada en el cine, el teatro y la televisión comenzó un 3 del 3 de 1933 en Pamplona, en el norte de España.

Hijo de un capitán de la Guardia Civil, siempre reivindicó su origen navarro, aunque fue en Madrid donde transcurrió la mayor parte de su biografía. Allí se trasladó en 1958, tras abandonar la carrera de Derecho para actuar sobre las tablas. Cuatro años después, debutó en el cine de la mano de José María Forqué con un pequeño papel en «Atraco a las tres», una sátira sobre la sociedad española del momento.

Un fenómeno sociológico

Su extensa trayectoria arrancó con papeles cómicos en títulos como Ninette y un señor de Murcia, de Fernándo Fernán Gómez, o el monaguillo de El verdugo, de Luis García Berlanga. Hasta que a finales de los 60 se especializó en esas comedias de líos de faldas como No desearás al vecino del quinto, Vente a Alemania, Pepe o Manolo la nuit, que durante la década de los 70 germinaron en el fenómeno sociológico del «landismo».

Y es que Alfredo Landa, junto a cineastas como Mariano Ozores o Pedro Lazaga, supo explotar como nadie el cliché de español machista, fanfarrón, reprimido y bajito, que inexplicablemente hacía suspirar a las turistas suecas. ¿Irresistible en bañador? «Yo a mí mismo me noto la irresistibilidad», bromeaba una vez. Pero el «landismo» iba más allá: retrataba, en clave de humor, algunas de las contradicciones morales del final del franquismo, marcadas por la liberación sexual de la época.

Después llegó su etapa más valorada, en la que colaboró con los principales cineastas españoles: personajes emblemáticos como el brigada Castro en La vaquilla (Berlanga, 1985), el detective privado de El crack (Garci, 1981), el bandido de El bosque animado (José Luis Cuerda, 1987) y especialmente el campesino Paco de Los santos inocentes (Mario Camús, 1984), que le valió el premio al mejor actor en Cannes ex aequo con su compañero de reparto Francisco Rabal.

Amante del fútbol y los dry martinis, Alfredo Landa se llevó dos de los siete Goyas a los que fue nominado por sus interpretaciones en El bosque animado y La marrana, una comedia rural dirigida también por Cuerda. Y entre tanto, cosechó un enorme éxito en la pequeña pantalla, con series como El Quijote de Miguel de Cervantes, en la que dio vida al escudero Sancho, Lleno, por favor o hace menos años, Los Serrano.

En 2007, durante el Festival de Cine Español de Málaga, anunció su despedida profesional. «Desde aquí le digo a Steven Spielberg y Martin Scorsese que no tienen nada que hacer y que hasta luego», bromeó entonces. Hoy llegó la otra, la despedida de verdad y para siempre. Pero su huella queda arraigada profundamente en el imaginario de varias generaciones.