?Sí. Es una nación muy esquizofrénica. Tenemos las mejores universidades, 300 programas de escritura creativa, unos 6.000 escritores que se gradúan cada año, pero no hay lectores. Yo he vendido de cada uno de mis libros unos 15.000 ejemplares. Hay escritores mucho más importantes que han vendido 5.000. ¿Como puede vivir uno en un sitio donde hay gente tan inteligente, con tantas universidades, pero la población general es tonta? Estados Unidos es una democracia militar religiosa que da culto a las grandes corporaciones, al dinero y al individuo, a la que le importa un rábano el arte. Los americanos quieren convertir todo en un producto básico para llevarlo al nivel más bajo de consumo. Ustedes deben tratar de hacer todo lo posible para matar a Amazon, porque si pierden esa batalla, van a perderlo todo, los medios de comunicación que apuestan por la literatura, los lectores... Los libros le importan un comino, los utiliza, y está destruyendo por completo el mercado literario para vender otra basura como zapatos, anillos o lo que sea.
?¿Cuántos años le costó superar el suicidio de su padre, cuando usted tenía 13 años?
?Al principio sentí vergüenza, durante tres años decía que mi padre había muerto de cáncer. Sufrí la negación, me imaginaba que mi padre vivía todavía en Alaska. Padecí de insomnio 15 años y sentí culpa durante 20, me consideraba responsable porque me pidió que fuera a pasar un año con él a Alaska y le dije que no. Durante aún más tiempo tenía miedo a estar condenado a repetirlo, pensaba que el suicidio estaba ahí esperándome. Lo último que desapareció fue la rabia: durante 30 años sentí furia porque quería que volviera. Lo que me alegra es que nunca llegué a sentir indiferencia hacia él, lo que habría sido su segunda muerte: sigue siendo fundamental en mi vida, sigo pensando en él, echándolo de menos y queriéndolo.