«El artista y la modelo» fue la gran derrotada de la noche. La cinta de Fernando Trueba, que aglutinaba 13 nominaciones, se fue de vacío. Así se lo contamos en directo
18 feb 2013 . Actualizado a las 18:15 h.Los Premios Goya 2013 se rindieron este domingo a Blancanieves, la gran triunfadora de una noche marcada por la gran carga política que imperó en la gala de la vigésimo séptima edición de los galardones más importantes del cine español. El contundente discurso de Candela Peña pidiendo trabajo y criticando los recortes sanitarios, Eva Hache felicitando irónicamente a Wert y Bardem encabezando el «no a los recortes», una mezcla de política y cine que recordó el «No a la guerra» del 2004, pese a las peticiones de contención del presidente de la Academia, Enrique González Macho.
Él mismo decidió, finalmente, enarbolar también la protesta en los Premios Goya con un discurso en el que hizo hincapié que «el cine no pertenece a ningún partido político». «No es ni de los de la ceja, ni de los del bigote, ni de los de la barba (...) Es un derecho de los ciudadanos».
En el otro lado, un cuento hipnótico, una abstracción poética de Pablo Berger, Blancanieves, fue la película que reconocía todos los parabienes artísticos de esta edición de los Premios Goya. Drama lorquiano, bomberos toreros y, por supuesto, el célebre relato de los hermanos Grimm, que se aleja de la actualidad y apela a la fábula. «En mis títulos de crédito aparecen 539 personas y todas ellas son importantes», quiso destacar Berger, que ha tardado ocho años en levantar su utópico proyecto y, tras recoger su cabezón, exclamó «¡Viva el cine libre!».
Blancanieves se llevó diez Premios Goya (solo superada en la historia de estos galardones por Mar adentro, con 14, y ¡Ay, Carmela!, con 13), entre ellos, mejor película, director, guión, mejor vestuario (Paco Delgado) y actriz, el segundo Goya de Maribel Verdú, por el papel de antológica madrastra del cuento. Sin embargo, la crisis le arrebató el protagonismo a la galardonada actiz. Verdú, que ya había ganado una estatuilla por Siete mesas de billar francés, se sumó a la vertiente más reivindicativa de la noche al dedicar su premio a la gente que «ha perdido sus casas, sus ilusiones e incluso su vida» en un «sistema quebrado, injusto y obsoleto».
La actriz tomaba el relevo a Candela Peña, ganadora de un Premio Goya por Una pistola en cada mano (y ya van tres, tras Todo sobre mi madre y Princesas). Peña se subió al escenario, sujetó su premio e incendió la gala con sus palabras: «Os pido trabajo. Tengo un hijo que alimentar». La actriz, que lleva sin trabajar tres años, indicó además que en estos tres años ha visto morir a su padre en un hospital público «donde no había mantas para taparlo». «Teníamos que llevarle nosotros el agua».
La ceremonia de los Premios Goya, a esas alturas, ya presumía de una Eva Hache más suelta que el año anterior, que se pasó toda la gala lanzando puyas a la Casa Real y al ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, a quien le dijo: «Le voy a decir solo una cosa: felicidades. ¿No se lo esperaba? Se lo dicen poco últimamente, no me extraña». Y todavía faltaba, más tarde, la aparición de Javier Bardem.
El ganador de un Oscar y cinco Premios Goya como actor, subía como productor del documental Hijos de las nubes, sobre el Sáhara, y no perdía la oportunidad para superponer sus causas. «En el Sáhara no se puede recortar en salud porque no hay hospitales, ni en educación y cerrar escuelas porque no hay colegios. Ni echarles a la calle como aquí porque fueron desahuciados hace 35 años cuando les echamos. No podemos dejar que nos suceda aquí», sentenció Bardem.
Pero volviendo al cine, Lo imposible, de Juan Antonio Bayona, parecía la única que podía «ahogar» con su tsunami a Blancanieves. El mérito de coordinar su espectacular hazaña fue premiado con el galardón al mejor director para el realizador catalán, que llevó el Goya a las gradas para María Belón, protagonista real del milagro que inspiró la película. Tradujo la película su récord de más de 42 millones de euros en cinco premios, pues en la parte técnica rascó mejor montaje, mejor sonido (la única a la que Blancanieves no se podía postular), mejor dirección de producción y, faltaría más, mejores efectos especiales. Grupo 7, por su parte, se hizo con dos premios para interpretaciones masculinas. Abrió la noche con el premio al mejor actor revelación, para Joaquín Núñez y completó con el de mejor actor de reparto para Julián Villagrán.
El de actor protagonista era casi tan seguro como el Goya de Honor a Concha Velasco: José Sacristán fue conmemorado por El muerto y ser feliz. «Se ha hecho esperar, don Francisco», indicó un cofundador de la Academia de Cine, pero nominado por primera vez por este filme.
Y aunque siempre tiene que haber una perdedora, que en esta ocasión fue El artista y la modelo, de Fernando Trueba -al irse de vacío con 13 nominaciones- la derrota más bochornosa d ela noche fue la de Los niños salvajes en la categoría de mejor canción. Su tema fue pronunciado como el ganador por la actriz Adriana Ugarte, una equivocación al leer el sobre que contenía el nombre del premiado pues en realidad el premio era para No te puedo encontrar, de Blancanieves, y el cuarto para Pablo Berger, ya que también ha escrito la letra del tema.
Las aventuras de Tadeo Jones, en cambio, entró en el cuadro de las ganadoras morales pues no solo consiguió, como hizo el año pasado Arrugas, el premio a la mejor película de animación y el de mejor guión adaptado, sino que Enrique Gato subió también al escenario de los Premios Goya proclamado el mejor director novel.
Intocable suplió el disgusto de no haber sido siquiera nominada al Óscar con un Premio Goya a la mejor película europea, y sus directores, Olivier Kanache y Eric Toledano, tuvieron en detalle de agradecer en español el galardón. La mejor cinta iberoamericana fue Juan de los muertos, del cubano Alejandro Brugués.